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Análisis

Lim - United: una historia de pasión y negocios

Además de dueño del Valencia, Peter Lim es un admirador del Manchester United y de la "autenticidad futbolística" de la "Generación del 92" .

Verano de 2001. El valencianismo curaba las heridas de la segunda final consecutiva perdida de Liga de Campeones, Michael Schumacher lograba su cuarto título de Fórmula 1, el congreso peruano levantaba la inmunidad a Alberto Fujimori por crímenes de lesa humanidad y los turistas se fotografiaban en el mirador de las Torres Gemelas, en Nueva York, sin saber que estaba a punto de derrumbarse, tan joven, el siglo XXI. Y el 24 de julio de ese mismo verano, en Singapur, se asistía al inicio de una pasión, de un flechazo en toda regla. Peter Lim, un empresario de éxito adinerado con la cotización en bolsa del aceite de palma, hacía realidad un sueño personal.

El magnate conocía personalmente a los integrantes del Manchester United, el hegemónico conjunto inglés con una generación irrepetible comandada con el temperamento de sir Alex Ferguson. El equipo de Old Trafford golea 1-8 a un combinado de futbolistas singapureses, con goles de Yorke, Solksjaer, Van Nistelrooy, Phil Neville y Ryan Giggs. En el transcurso de esa gira, Lim y otros empresarios tienen oportunidad de intercambiar impresiones con los futbolistas. El futuro dueño del Valencia tiene especial interés en conocer a la llamada «Class of 92», la hornada canterana salida en su mayor parte de los barrios periféricos obreros del Greater Manchester y que encumbró a los Diablos Rojos hasta la emocionante conquista de la Champions en 1999, en el Camp Nou. Son los David Beckham, Ryan Giggs, Paul Scholes, Nicky Butt y los hermanos Neville, Phil y Gary. Lim admira su juego y su ejemplo humano, les traslada su fascinación por encarnar una «autenticidad futbolística», motivo que le ha llevado a abrir una cadena de restaurantes temáticos del Manchester United por toda Asia.

De todos los jugadores, traba especialmente amistad con Gary Neville, de 26 años, uno de los capitanes del equipo y el más resuelto y carismático de todos.

Con los años, no solo el afecto, también los negocios, se afianzan entre Peter y Gary. El empresario singapurés saciaba el gusanillo de relacionarse con gente influyente de fútbol, mientras que Neville y el resto de leyendas del United encontraban un entusiasta mecenas para sus proyectos comerciales. En ese contexto se entiende el sorprendente desembarco en 2015 de Gary Neville como técnico del Valencia. Una apuesta kamikaze y con todos los indicadores contrarios, por su nula experiencia y desconocimiento del campeonato y del idioma para abordar un proyecto desestructurado y en caída libre. En su primera gran decisión personal como máximo accionista, Lim proponía a Neville ser entrenador. La reacción inicial de Gary ante la llamada de su buen amigo fue de escepticismo y declinó la oferta. Sin embargo, a base de insistencia, persuasión y por cierto sentido de agradecimiento por la amistad, el socio Neville se vio casi obligado a aceptar el cargo.

Devoto admirador del Manchester United de los 90, Lim mostraba una fe casi religiosa en la capacidad de Neville, en su opinión el alumno más aventajado y con todas las condiciones para convertirse en un nuevo Alex Ferguson. Así se lo trasladó, recalcándole que las dotes de mando y estilo que desprendía eran idénticas a las del histórico entrenador escocés. En la cabeza de Lim estaba trasplantar el molde, las estructuras y hasta el espíritu indómito del fútbol inglés a Mestalla. Como idea era noble, hasta con su punto romántico. En la praxis fue devastadora y sus resultados forman ya parte de la selectiva memoria del dolor blanquinegra. A Neville le costó su carrera como entrenador, con una mácula tan grande que le obligó a volver a ser comentarista televisivo y a centrarse en las finanzas.

Porque el fútbol no prosperó, pero los negocios ya habían fraguado y siguieron avanzando a toda vela. En 2014 Lim formalizó la primera alianza seria con su entrada en el 50 % del accionariado del Salford City FC, a través de la firma Incanto Investments, radicada en la guarida fiscal de las Islas Vírgenes Británicas. El resto del capital social se repartía en bloques del 10 % entre Gary Neville, Phil Neville, Ryan Giggs, Nicky Butt y Paul Scholes. Lim respaldaba un proyecto en un club no profesional, pero muy especial para los exfutbolistas del ManU. No es una ciudad cualquiera Salford. Núcleo industrial en la periferia de Manchester, feudo laborista con grandes bloques de protección oficial y con una tasa de paro un punto por encima de la media del país. En Salford nació Scholes, de Salford era Eddie Colman, el futbolista más joven del Manchester United fallecido en la tragedia aérea de Múnich en 1958, en Salford vivió Emmeline Pankhurst, una de las fundadoras del movimiento sufragista británico. De Salford también eran los Happy Mondays, el grupo más divertido del Manchester Sound, el movimiento musical del que los Neville eran fervorosos seguidores y que cuyas canciones siempre se escuchaban en el vestuario local de Old Trafford. Salford, en definitiva, es pura manchesterología.

El apoyo financiero ha permitido subir al Salford tres categorías en cuatro años, con la «Clase del 92» mirando los encuentros en localidades de pie, con cervezas y fish & chips. El Salford es en la actualidad líder de la National League (la quinta división inglesa) y el proyecto tiene una visión estratégica de futuro. Además del sostén financiero, los exjugadores renovaron el «branding» de la institución. Se rediseñó de forma vanguardista el escudo del club para resaltar el símbolo del león del viejo logo. Pero el gran cambio llegó con el color de la camiseta. Del azul con el que se movió durante décadas en el universo amateur, el Salford pasó a ser rojo. Un guiño corporativo por la procedencia futbolística de los nuevos dueños.

Por más que desde los altavoces de Moor Lane resuene «Dirty Old Town» (Vieja Sucia Ciudad), el clásico de Ewan MacColl referido a Salford y mal atribuido a Dublín por la versión más popular de The Pogues, los aficionados rivales responden al grito de «Estáis por el dinero, estáis aquí solo por el dinero».

Un hotel con vistas

Los lazos entre Lim y los jugadores del United se extendieron, en 2015, al sector de la hostelería. Lim se quedó con el 75 % de la cadena de bares Cafe Football, así como del Football Hotel. El establecimiento es la joya de la corona en los negocios entre Lim y los ídolos del ManU. El hotel se levantó en un solar a 200 metros de Old Trafford, con 133 funcionales habitaciones con vistas al estadio y tematizadas con el recuerdo de las hazañas de los «diablos rojos».

En la división del capital social del hotel, al 75 % de Lim, a través de la sociedad Orchid Leisure de las Islas Vírgenes Británicas, le sigue el 12´5 % de Gary Neville. Nicky Butt y Paul Scholes tienen una participación conjunta del 6´9%, mientras que Ryan Giggs y Phil Neville completan el puzzle con el 6´1 % restante. El hotel fue construido en terrenos abandonados y ha dado prioridad al empleo de jóvenes locales. Rowsley, la compañía cotizada de Lim en la Bolsa de Singapur y recientemente renombrada como Thomson Medical Group Limited, desembolsó a cada integrante de la «Clase del 92» 1´9 millones de libras por sus acciones en la empresa matriz de Islas Vírgenes. Además, pagó a Gary Neville 1´3 millones de libras y 404.012 libras a Giggs por la mitad de sus acciones en GG Collections, la compañía singapuresa que era propietaria de Cafe Football y que llevaba la gestión del Hotel Football. Con estos ingredientes, el Manchester United - Valencia de mañana será lo más parecido a un derbi para Lim.

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