El pasado 12 de octubre, Mestalla vivió uno de los episodios más lamentables de su larga y gloriosa historia: ver como un Presidente venido de Oriente mandaba callar a todo un estadio que mostraba su hartazgo ante el régimen gestionado con mano de hierro e impuesto por Peter Lim desde Singapur.
Es evidente que los días de Anil Murthy en el Valencia CF están contados. No va a poder soportar la presión ambiental en el estadio, por la calle o en los medios.
Es sorprendente, mísero y penoso, ver como a Peter Lim le niegan tres veces hasta aquellos que le pusieron la alfombra roja para entrar en el castillo con el ejército sometido y el pueblo entregado a las promesas de oro, incienso y mirra que los del power y el point habían construido y transmitido con tanto interés, que hasta los más alejados del sentiment quedaban perplejos. Pero con ellos ya no voy a perder el tiempo. Roma no paga a traidores.
Lo realmente importante en estos momentos es analizar lo que Lim prometió y lo que Lim ha hecho. Como fue recibido y el afecto que él ha devuelto. Que dijo que quería hacer con este club y en que lo ha convertido.
Vayamos a hechos objetivos: prometió terminar con la deuda del Valencia CF con Bankia. Resultado real: mintió. Prometió quedarse las parcelas del viejo Mestalla por 150 millones de euros si éstas no eran vendidas. Resultado real: mintió. Prometió terminar el nuevo estadio y que tenía ofertas de 10 grandes gestores para hacerlo. Resultado real: mintió. Prometió hacer del Valencia CF uno de los grandes de Europa. Resultado real: mintió. Kempes lo criticó. Resultado: expulsado. Jaume Ortí intentó ayudar a unir a la afición. Resultado: lo engañó. Cañizares lo criticó. Resultado: negó la ayuda del club a los niños con cáncer. La Curva Nord le cantó Peter Vete Ya. Resultado: los expulsó. Marcelino lo criticó. Resultado: lo cesó. Matéu Alemany discrepó sobre la política de fichajes. Resultado: lo hibernó. Y así podríamos continuar con infinidad de ejemplos.
Pero dos cuestiones son las más criticables: su desprecio continúo a la afición y a la historia del Valencia CF, y el uso del club como un Badulaque o supermercado de jugadores cuyo manager comercial tiene nombre portugués.
Peter Lim fue recibido como el nuevo Zar del valencianismo por un Mestalla embaucado por la doble AA. Nadie, nunca, ni Paco Roig en sus buenos momentos, tuvo ese nivel de apoyo y fervor popular. Y nuestro dueño (él actúa como si lo fuera) nos ha devuelto ese cariño despreciando la Copa, despreciando nuestro Centenario, despreciando a nuestros aficionados y despreciando a los medios de comunicación críticos con su gestión.
Eso sí, el Valencia CF ha conseguido competir con los grandes de Europa, pero no en lides deportivas, sino en el ranking de clubes que más transacciones de jugadores han efectuado en las últimas cinco temporadas. Y es que los propietarios de los derechos de imagen de Cristiano Ronaldo, nuestro siempre poco valorado Jorge Mendes y nuestro dueño y señor Peter Lim, se sienten cómodos en ese mercadillo. Basta como anécdota, que la empresa que lleva la comunicación en redes sociales del Valencia CF es propiedad de? Cristiano Ronaldo. ¿Quién da más? Y que solución hay: la única vía posible es que los valencianistas recuperemos el club. Si él lo vende a otro ruso, chino o árabe corremos el riesgo de enterrar definitivamente nuestra historia. Debemos recuperar el orgullo de ser valencianistas, y debemos competir con el Real Madrid y el FC Barcelona en algo tan esencial como elegir a nuestro Presidente.
Hay gente que se muestra preocupada por el dinero que recibirá Peter Lim por esta operación. A mí me preocupa que el Valencia CF vuelva a ser de los valencianistas. Y aunque desde el club intenten machacar esta operación, la Marea Valencianista de aficionados, socios y accionistas ya es imparable. El club es el más rico de Europa en patrimonio. Terminar el estadio, finiquitar la deuda con Bankia y devolverle a Lim el dinero que dice que ha puesto (ni un euro más) es posible, factible y deseable. Vamos a por ello. Amunt Valencia CF.
