La crisis de credibilidad que tiene en estos momentos el Valencia CF no se soluciona con algunos mensajes en redes sociales, ni con una rueda de prensa contundente. El fútbol es un presente rabioso y de nada sirve ya la brillante temporada pasada. Como Celades, que es el responsable porque es el entrenador y como el presidente Anil Murthy y el propietario Peter Lim -aunque ellos no preparan los partidos-, los futbolistas del Valencia CF están ahora en el ojo del huracán. La gran ley del fútbol, la de los resultados, no perdona. La derrota en Milán ante la Atalanta ha dejado una profunda huella entre los aficionados que no será fácil cerrar. Sobre todo, porque hace meses que el equipo ha dado muestras de que compite un día y sí y al otro no. Este Valencia CF es capaz de estar muy cerca de ganar al Real Madrid y unos días después echarse una siesta en Valladolid. Y de perder 4-0 en Mallorca y una semana después arrollar al FC Barcelona en Mestalla para poco después sumar un par de ridículos más fuera de casa, en Getafe y en Milán. Eso sí, de por medio un buen partido en Mestalla ante el Atlético de Madrid. La conclusión es que el aficionado de la calle piensa que eligen, y sobre todo, que no se atreven a dejarse llevar en Mestalla.

Para Celades y sus jugadores llegó la hora de hacer más que de decir, porque no hay mayor verdad en el fútbol que la de ganar partidos. Y eso necesita este equipo. El primero este sábado ante la Real Sociedad en el Reale Arena. Todo un reto por dos motivos. El primero porque los donostiarras son uno de los rivales en la lucha por la Liga de Campeones, y el segundo porque fuera de Mestalla, y sin contar los partidos de Copa, el Valencia CF ha encajado once goles en los últimos tres partidos que ha jugado. Cuatro en Mallorca, tres en Getafe y los cuatro de Milán. El equipo es plenamente consciente de todo y se dispone a sufrir en San Sebastián porque el objetivo es llegar a las últimas jornadas del campeonato en plena pelea por quedar entre los cuatro clasificados.

El vestuario está dolido por el partido de Milán pero no con la autoestima por los suelos. De hecho, el capitán Dani Parejo alzó la voz en las entrañas de San Siro para tratar de inculcar a los compañeros que en Mestalla pueden eliminar a los italianos y puso el acento en las continuas palabras de Gasperini, entrenador de la Atalanta. Eso sí, en la previa del partido, también en San Siro, cuando se le preguntó al capitán del Valencia CF por las palabras del técnico italiano, o las de su presidente después del sorteo cuando dijo que el emparejamiento contra el conjunto de Mestalla fue como un regalo de navidad, Parejo dijo que no le daba la más «mínima importancia».

Lejos de ejercer la autocrítica, en privado los futbolistas creen que en Mestalla serán capaces de hacerle más daño a la Atalanta y lo fundamentan en datos objetivos, que ciertamente son irrefutables. El partido no fue como en Mallorca o en Getafe, donde apenas tiraron a portería, al contrario, le generaron ,muchas y muy claras ocasiones de gol y sobre todo, sintieron que cuando Cheryshev marcó el gol, a los futbolistas les entraron las dudas. A partir de ahí lamentan las claras ocasiones falladas y confían plenamente que con el apoyo de Mestalla, y a poco que puedan hacer un gol en la primera media hora del encuentro, tienen opciones de meterse en la eliminatoria. Para ello será vital que no subestimen al conjunto italiano y que recuerden que en sesenta minutos les había marcado cuatro goles. Cuatro.

Y como cada uno puede ver la botella medio vacía, o medio llena, entre los jugadores crece el germen de que el gol de Cheryshev les permite seguir vivos, porque con 4-0 nada había ya que hacer. Al contrario, quieren jugar con la idea de que los jugadores rivales, tenían algo en la mano que ahora saben que todavía tienen que pelearlo. Los jugadores confían en tener de su lado a los aficionados el próximo diez de marzo, día en que la Atalanta visita Mestalla, porque saben que Mestalla nunca falla, tal vez sería buena idea empezar por dar la cara ante la Real Sociedad. En San Siro había más de dos mil valencianistas y a ellos nadie les dio nada. Antes de pedir, es bueno dar.