El valor de la victoria del Valencia ante Osasuna no reside únicamente en haber roto una racha de siete meses sin vencer lejos de Mestalla. El equipo de Rino Gattuso venció en el Sadar, uno de los escenarios más exigentes del campeonato, desplegando la “grande mentalità” del minuto 1 al 95 en la que tanto insiste su entrenador en cada rueda de prensa. El Valencia se sintió cómodo y dominador en una caldera y dio un salto cualitativo en sus expectativas con los goles de Kluivert y Diakhaby (que acabó expulsado desde el banquillo). No se estrenó tampoco esta vez Edinson Cavani, pero el ariete uruguayo tuvo un impacto decisivo al dibujar una gran asistencia en el primer gol y generar un constante peligro, pese a estrellar en el larguero el penalti del 0-3. Osasuna, que acabó con 9, no se rindió y apretó hasta el final con el tanto de Darko.

En este Valencia que reparte sus 13 tantos entre 12 goleadores distintos, la espera por el primer gol de Edinson Cavani, sin embargo, se hace ansiosa. El gol ha convertido al delantero uruguayo en uno de los destacados artilleros de la última década, pero para desplegar su abrumador dominio del oficio no le urge, necesariamente, ver puerta. Ese conocimiento profundo del juego se percibe en sus reflexiones serenas en las entrevistas y, también, a la hora de ayudar a los compañeros. Se vio en el gol de Kluivert, a los 28 minutos. “Edi” lideró una contra con su zancada majestuosa e inventó una asistencia precisa al desmarque de Justin Kluivert, que batió con frialdad a Sergio Herrera con un suave toque elevado.

Un gran gol que demuestra el sentido colectivo de Cavani, no obsesionado con el lucimiento estadístico individual (de hecho se multiplicó en las ayudas defensivas), y también el crecimiento de Kluivert. Gattuso está empeñado en afilar el colmillo del atacante neerlandés, un talento disperso que no se quita la etiqueta de eterna promesa, que arrastra también la pesada carga de la estela de su padre Patrick. Lo arenga, le lanza alguna puya motivadora en sala de prensa, le anima a creerse que puede ser importante.

El gol era el premio a un Valencia que, después de unos primeros intercambios de golpes y segundas jugadas, un clásico insoslayable en el Sadar, se sintió cómodo y dominador en un escenario poco propicio, en el que a la fuerza se sufre. Mamardashvili había intervenido en una ocasión a disparo de Kike García, bien asociado con Aimar Oroz. Asimismo, el Valencia, menos punzante, había rondado el área rival con la movilidad de Lino y Kluivert.

Por delante en el marcador, el Valencia siguió jugando sin interferencias, llevando la iniciativa y con Cavani muy activado. En el minuto 54, Unai García evitaba el estreno goleador del charrúa, al interceptarle un remate a placer tras otra buena internada de Kluivert. No obstante, en el córner posterior, Diakhaby acaba colocando la puntera en una serie de embarullada de rechaces peleados y ganados por Ilaix Moriba.

El partido se le quedaba en bandeja al Valencia, pero acto seguido Guillamón (que rozó la segunda amarilla) cometía un inocente penalti al tratar de despejar un mal despeje previo de Kluivert. Sin embargo, el Chimy Ávila lanzaba alta y desviada la pena máxima. Con Osasuna atacando con el corazón desbocado, era el momento de templar pulsaciones, de no pensar de jugar “para el cine” como incide Rino y de aplicar la experiencia que el equipo más joven de la Liga debe ganar a la carrera. Volvía el intercambio de golpes y Lino perdonaba con un cabezazo en plancha el tercero, de nuevo asistido por Kluivert. Y en el 69 Lino recogía un gran pase filtrado por Almeida para ganar la posición a Unai García y provocar el penalti y su expulsión.

Era el momento de Cavani, que preparó el disparo con la ceremonia de una taza de té. Retiró briznas de hierba alrededor del punto de penalti y se secó el sudor de la cara con la camiseta. De la calma de los prolegómenos a la furia con la que pateó la pena máxima, para estrellarse con violencia en el larguero, con el meta batido. En su mejor partido hasta el momento como valencianista, el gol se le seguía negando. A pesar de la inferioridad numérica, Osasuna obligó hasta el último instante a tener afilados los sentidos. En tiempo de descuento pasó de todo. Desde la expulsión de Diakhaby en el banquillo, el gol de Darko y la expulsión de Peña, pero nada iba a impedir la primera victoria a domicilio de este Valencia tan joven y valiente.