Moisés Domínguez, Valencia

- ¿Qué sensaciones le vienen con el cincuentenario de la riada .

En momentos así de repente me doy cuenta de lo vieja que soy, porque aunque por dentro no me siento aún en la categoría de ancianos, pero lo soy. Este aniversario me ha hecho recordar con cariño muchas cosas, y con un cierto escalofrío otras. Vivimos momentos muy tristes y angustiosos en mi casa y en mi familia.

Durante mucho tiempo, no podía oir el ruido del agua, de una cascada o de un río donde el ruido del agua fuera un poco fuerte.

- ¿Es bueno "celebrar" una tragedia .

-Celebrar una tragedia no solo no es bueno, sino que puede llegar ha ser morboso. La riada, fue una tragedia tremenda, pero también algo más. Es verdad que provoco mucho daño, muchas muertes y mucho dolor, pero también fue un milagro de amor y solidaridad de toda España hacia nosotros, y recordar eso es positivo. No podemos olvidar a los muertos y no podemos olvidar todo lo que pasó

- La historia de su banda de fallera mayor es conocida: cuando hacían falta fondos desesperadamente, usted la donó para que la subastaran, pero al cabo de un tiempo, un grupo de jóvenes, que habían sido los compradores, se la devolvieron. ¿Qué ha sido de ella

-Ha vivido una larga siesta de 50 años en su estuche, acompañada de la que me impusieron cuando fui infantil en 1947. La ha despertado el interés de tanta gente que en estos días me llama y me pregunta y se interesa. Está viejecita, arrugada y sobada. Por supuesto, la tengo conmigo en Madrid.

-¿Se la volvió a poner

Me la puse en una corrida de toros benéfica que se celebró en Málaga y creo que, desde entonces, sólo en el homenaje que hizo el restaurante La Marcelina a las hace varios años.

- Para muchos puede no ser más que un trozo de tela, pero para una fallera mayor, es mucho.

-Era mi tesoro, pero el arzobispo Marcelino Olaechea dio su anillo y tantas gentes que dieron cosas... y luego hay que pensar en la gente que hizo otro sacrificio: comprar esas cosas. Porque si solo das y nadie compra, las cuentas no salen.

-Esos son tiempos de solidaridad.

-España entera se volcó con Valencia, y los valencianos. Apretamos los dientes y luchamos como leones contra el barro, el dolor y la desgracia para volvernos a levantar

-Usted pertenecía a una familia de clase acomodada, pero también lo pasó mal. ¿Qué recuerdos tiene .

-Salir de casa con lo puesto y sin saber si vas a volver es duro. Esas cosas no se olvidan.

Yo vi desde una habitación de casa como se derrumbaba un edificio con gente dentro, pues a pesar de que estaba prohibido entrar en ellos, saltaban por los balcones tratando de salvar algo.

Y recuerdo los gritos, el ruido, el polvo... yo era rebelde por naturaleza y, harta de dormir en un colchón en el suelo, me colé en la zona prohibida para tratar de sacar una camita plegable. Y en ese momento vi que las paredes de la habitación donde estaba se agrietaban.... el susto fue morrocotudo.

- ¿Volvió a saber de aquellos jóvenes que la adquirieron .

-A algunos los conocía, a otros no. He seguido en contacto con varios y a otros les he perdido el rastro.

Yo no fui una fallera fácil. Recuerdo que a la gente de Junta Central Fallera no les gustó, por ejemplo, que cuando iba a un casal y me regalaban la insignia de la falla, las pinchara en la banda. Nadie lo había hecho hasta entonces, pero tampoco podían estar todo el día a la greña conmigo y tragaron. Las insignias de las regalé a esos chicos para que les quedara algún recuerdo de lo feliz que me habían hecho. A mi me quedó la banda llena de agujeritos.