M. V., Valencia

Los comerciantes de General Urrutia respiran aliviados desde hoy porque "por fin abren la calle después de tenerla cerrada cuatro años y medio", tres y pico por la construcción de un estacionamiento público en la confluencia con la avenida de Peris y Valero, y otro más por las obras de la T-2. Tras la apertura, anunciada ayer por Levante-EMV, llega el momento de las indemnizaciones, o al menos de intentar conseguirlas.

Sin embargo, muchos de ellos ni siquiera tienen pensado presentar la documentación pertinente tras la experiencia que tuvieron hace un año con el ayuntamiento, quien les concedió "subvenciones ridículas" por las pérdidas que sufrieron con la edificación del aparcamiento, tal como denunció Ana, propietaria de un establecimiento textil, Cortinajes Navarro. "Toda ayuda es bienvenida, desde luego -dijo ayer-, pero no parece muy proporcionado cerrar la calle más de tres años para hacer el parking y luego indemnizarte sólo con 500 euros, como fue mi caso". Y es que la situación llegó a ser tan difícil que tanto ella como su esposo se vieron obligados a despedir al personal que tenían contratado en la tienda.

Otros ya tenían el dinero más que ajustado y no encontraron apenas respiro en las ayudas municipales. "Me dieron 400 euros. Perdí todos mis clientes, tenía que seguir haciendo una inversión fortísima para continuar con el bar abierto, me ponía a llorar cada día de ver cómo estábamos y, cuando acaban, me dan 400 euros. Ni para cubrir gastos", protestó Dolores, del Bar Casa Pardo.

"El negocio ha sobrevivido -agregó- porque sólo trabajamos aquí mi marido y yo y porque nos ajustamos muchísimo el cinturón, pero no por lo que nos han ayudado. Pedir la subvención nos ha causado más trastorno que otra cosa porque luego el dinero que nos dieron no fue tanto como para que nos exigieran tantos requisitos".

Pero, al menos a ellos se la concedieron. A otros, ni siquiera. "La solicitamos -explicó María, de la autoescuela del mismo nombre-, pero al cabo de unos meses nos contestaron diciéndonos que nos la denegaban porque nuestro negocio no estaba tan sujeto a la clientela ocasional como una frutería o una perfumería por ejemplo". Así que se quedaron sin ver ni un duro del ayuntamiento pese a que éste les tuvo tres años con la puerta del negocio ocupada con vallas de obra. Sin embargo, ninguno se queja porque, aunque con dificultades, todos han logrado resistir, cuando otros muchos se quedaron en el camino.