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Rezar para que no llueva. Esa parece la única receta posible para evitar que el mal olor del viejo cauce del Turia llegue a las gradas del circuito urbano, emplazadas junto al puente de Astilleros y Nazaret. De leyenda es la odisea que los vecinos del barrio valenciano llevan ejerciendo desde hace años para frenar esa podredumbre que emana de las aguas del viejo cauce, mezcolanza de falta de renovación y vertidos ocasionales desde las piscinas de la Ciudad de las Artes y las Ciencias o las acequias del entorno.

A ese mal olor cabe añadir la suciedad más visible, en forma de objetos de lo más curiosos, que la gente arroja al río, negrura y peces muertos que, de forma incesante, llegan a las barreras del puente. Si lloviera o hubiera tormenta, aseguran los expertos, sería mucho peor. El agua dejaría una fuerte carga tóxica -con todavía más hedor- en el cauce.

Métodos dispares

Precisamente, el vertido de agua oxigenada fue uno de los remedios desesperados que utilizó el ayuntamiento el año pasado con tal de eliminar los malos olores. El método fracasó, con la protesta de los grupos ecologistas, y se optó por otra medida más efectiva, en forma de aireación del agua mediante mangas de aire. La concejala de Ciclo Integral del Agua, María Ángeles Ramón-Llin, aseguró ayer que ése está siendo el sistema utilizado también este año. Pero basta un paseo rápido por la zona del puente para comprobar que no es suficiente. Como no lo fue el año pasado. "Es cierto que huele menos, pero sigue habiendo malos olores y suciedad en las aguas", se queja Víctor Pérez, vecino del barrio de Nazaret. El año pasado, además, vio la carrera desde la grada N2 del circuito (junto al cauce) y asegura que "desde allí se percibía el olor perfectamente". Ramón-Llin es consciente de esa dificultad por las condiciones de la zona, a la que sólo se podrá poner solución definitiva y de raíz "cuando se termine el colector norte", que evacuaría las aguas residuales existentes entre Azud del Oro y el Puente de Astilleros.

Sea como sea, los policías portuarios, obreros y voluntarios que velan por que todo se mantenga a la perfección en el circuito desde el lunes, deben soportar de primera mano ese hedor. "A primera hora y cuando sopla el viento es sobre todo cuando más olor hace. Es insoportable", asegura uno de los policías portuarios que trabajan justo al lado del puente. En mitad de la pulcritud generalizada que inunda el circuito en sus preparativos, donde las tareas de limpieza no dejan ni un sólo metro sin abrillantar, basta echar un vistazo a las aguas del cauce para ver compresas nadando. También las orillas del río y muchos tramos de Nazaret se hallan abrumados por esa desidia en la retirada de residuos. A falta de dos días para que comiencen las pruebas, los servicios de limpieza no han comenzado en estos tramos citados y todo indica que quedarán intactos. Los turistas que visiten las gradas podrán vislumbrar, y oler, de primera mano esa combinación de contrastes que crean el asfalto y la basura urbana.