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El derribo del muro de piedra del jardín de Monforte -perteneciente en parte al desaparecido Palacio de Ripalda- que planea el Ayuntamiento de Valencia con objeto de hacer "más permeable" este jardín histórico ha generado posiciones encontradas en el seno del Consell Valencià de Cultura. El pleno del órgano consultivo aprobará mañana jueves un informe sobre el derribo del muro de piedra que incluye un voto particular del presidente. Santiago Grisolía se ha posicionado a favor de la reforma del jardín para salvar el arbolado que estrangula el muro.

La Concejalía de Parques y Jardines y la de Urbanismo llevan tiempo barajando la idea de abrir el jardín de Monforte, de propiedad municipal y lugar habitual de celebración de bodas. Uno de los argumentos esgrimidos es que el arbolado está enfermando por la "mala ventilación" y porque el muro lo constriñe. La propuesta del ayuntamiento plantea cambiar el muro de piedra por un cerramiento más liviano, en línea con la verja de hierro del vecino Jardín de Viveros. El consistorio ya ha solicitado permiso a la Conselleria de Cultura, que deberá pronunciarse puesto que la intervención afecta a un Bien de Interés Cultural.

La propuesta de derribo del ayuntamiento ha generado división en el CVC donde no todos sus miembros comparten la visión de Grisolía ya que consideran que la desaparición del muro rompería el ambiente recoleto y romántico del jardín. También cuestionan, en base a informes externos, el argumento de que los árboles se salvarán si se derriba el muro. Los ingenieros expertos en jardines históricos apuntan que el origen del mal estado de algunos árboles son las sombras demasiado altas que proyectan los edificios vecinos sobre el jardín, entre ellos el de la Pagoda, y el exceso de humedad del suelo.