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Ocho primeros espadas han revisado el estado del valencianismo en un ciclo de conferencias organizado por la asociación Tirant lo Blanch. Las principales ideas de los ponentes, aquí resumidas, comparten el optimismo por un futuro que debe encararse desde la reivindicación y el pragmatismo.

vicent flor

sociólogo

Una víctima de la Batalla de Valencia ha aparecido tres décadas después. Se trata de la identidad valenciana. Apenas existe. Se ha volatilizado. Según el sociólogo Vicent Flor, el enfrentamiento identitario entre nacionalistas de raíz fusteriana y blaveros, y la consiguiente «conflictivización del valencianismo», ha convertido al «españolismo» en la «identidad refugio» para la mayoría de valencianos. Este «consenso indentitario» ha tenido una coda inseparable. «El anticatalanismo que parecía coyuntural se ha transformado en algo estructural instalado en el sistema político», destaca Flor. Y aunque el decisivo poder de Unió Valenciana haya pasado a mejor vida y la Coalició Valenciana de Juan García Sentandreu no logre abandonar la marginalidad política, Vicent Flor lanza una advertencia: «El blaverismo no ha desaparecido. Al contrario: ha muerto de éxito al impregnar a los partidos políticos» e introyectarse en la sociedad. Un exceso de intelectualismo y el descuido de las masas, según él, ha arrinconado el valencianismo de corte progresista.

vicent soler

economista

Esta desactivación identitaria es un lastre. Y no sólo para el proyecto valencianista sino también para la economía autonómica. La idea no es de un nacionalista excitado por himnos y banderas o de un político en campaña, sino del catedrático de Economía Aplicada Vicent Soler. Según su teoría, un nivel más elevado de conciencia identitaria de los valencianos mejoraría sus perspectivas de progreso económico. ¿Cómo? Soler responde: el aumento del sentimiento indentitario refuerza la cohesión social y potencia el capital social como factor intangible de crecimiento económico. Por ello es clave para la economía valenciana, sostiene Soler, «el grado de autoestima como pueblo y el interés por lograr visibilidad como tal mediante el cultivo decidido de las señas de identidad, particularmente de la lengua».

vicent franch

constitucionalista

Muy acorde con la conmemoración del 25 d´Abril, el constitucionalista Vicent Franch hace un alegato foralista e insta a la Generalitat a que haga valer las competencias de «recuperación foral» que le concede el nuevo Estatut d´Autonomia de 2006 para revertir, dice, «la depredación de nuestros derechos y libertades cometida por los vencedores de Almansa». En especial, como fija el artículo 7.1 del Estatut, Franch defiende la recuperación del entramado institucional del histórico Regne de València y su propia onomástica. Así se hizo en 1982 al rescatar las figuras de la Generalitat, las Corts, el Consell o el Síndic de Greuges. Ahora, insta Franch, toca avanzar y «recuperar el nombre foral de órganos, cargos y oficios de los municipios», modificados en el siglo XIX: batle, jurat, casa de la vila, consell de govern, cap de guaita, peiter, Fur general… No sólo se trata de simbolismo. Según Franch, «todas las leyes de las Corts han de promover la recuperación de los derechos pertenecientes a los Furs».

joan francesc mira

escritor

Lejos de balances pesimistas, el escritor Joan Francesc Mira prefiere destacar la autonomía lograda. «Hace apenas 40 años —dice—, el único mapa que teníamos era el de España y el de la provincia de Valencia. No existía el País Valencià como comunidad. El 99% de la gente no sabía que había existido una institución como la Generalitat ni podía pensar en un parlamento como las Corts. Tampoco a nadie se le pasaba por la cabeza que el dialecto vulgar que hablábamos pudiera ser impartido en los colegios y las universidades, e incluso que rompería el dominio de la cultura castellana y en castellano en nuestro territorio». «Nadie creía que tendríamos tantas cosas en tan poco tiempo», resume Mira. Falta la clave: que el movimiento ideológico cuaje en una formación política fuerte.

josep vicent boira

geógrafo

También busca el pragmatismo el geógrafo Josep Vicent Boira. Ni la muixeranga ni la quatribarrada ni el pensamiento de Fuster. Los grandes tótems simbólicos del valencianismo —en proceso de revisión y desleimiento— no servirán para bastir el proyecto común de los valencianos. Según él, el futuro del País Valencià depende de algo más tangible y prosaico: un tren. El corredor ferroviario que conecte por el eje mediterráneo las mercancías de la Comunitat Valenciana con Cataluña y el centro de Europa es el instrumento más útil para «avanzar en la consolidación, solidificación y cohesión del país». «Yo puedo repetir mil veces un himno o una bandera, pero si no hago pensar a la gente en clave de intereses estratégicos propios, no estaré consolidando mi sociedad», subraya. Además, la articulación del corredor mediterráneo, sostiene Boira, también ayudaría a resolver dos grandes obstáculos para el proyecto valencianista: «las tendencias cantonalistas de Alicante» y «el anticatalanismo».

antoni furió

historiador

Para hablar de presente y encarar el futuro resulta indispensable echar la vista atrás. El medievalista Antoni Furió aclara cuál es el origen del pueblo valenciano. «Sin duda —afirma Furió— la conquista de Jaume I, que Joan Fuster calificó de acta de nacimiento en Nosaltres els valencians. Aunque yo diría que, más que la conquista, el origen fue la creación misma del Reino de Valencia, un estado singularizado dentro de los otros estados de la Corona, con sus propias leyes e instituciones, su propia moneda, su propio sistema de pesos y medidas (diferentes a los de Aragón y Cataluña) y que contribuirían con el tiempo a crear una cierta conciencia diferencial , a afirmar una personalidad propia territorial, política e institucional que acabaría haciéndose también cultural».

nathalie torres

lingüista

Si la lengua es el centro de la personalidad valenciana, ésta se va diluyendo cada día más en la calle. Por ello, la lingüista Nathalie Torres afirma que «la pregunta que hace años deberían haber contestado los responsables de la política lingüística en el País Valencià no es qué clase de valenciano hay que utilizar, sino si quieren hacer del valenciano una herramienta práctica de comunicación, un elemento de dignificación social, de afirmación, de autoestima y de cohesión social». Hablar del modelo, avisa, es la «excusa perfecta» para no hacer políticas lingüísticas ambiciosas.