No es normal que más de 300 estudiantes abarroten una sala de la Universidad Politécnica de Valencia para escuchar la conferencia de un ingeniero industrial. Tampoco es frecuente que durante los 45 minutos de ponencia nadie abandone la sala, ni que reine el silencio o las risas aduladoras mientras los móviles no salen del bolsillo. Y ya el colmo de lo extravagante es que, finalizada la conferencia, decenas de alumnos se acerquen al ponente para hacerse una foto con él. Pero es que todos los patrones lógicos se derrumban en lo relativo al conferenciante.

Nacido en Gandia hace 37 años, Toni Cuquerella es el ingeniero jefe del Hispania Racing F1 Team, la primera escudería española de Fórmula 1. No hace ni dos décadas, Cuquerella estudiaba -como su audiencia de ayer- en la Politécnica de Valencia. Y no fue un camino de rosas. "El primer curso fue desmoralizante para mí y creía que esto no iba conmigo. Aprobé sólo una asignatura aquel primer año y pensé en dejar la carrera", reveló ayer a sus jóvenes admiradores. Pero Toni perseveró. Y luego, a un ritmo de "más de un curso por año", se licenció en Industriales (especialidad Mecánica) y empezó a hacer sus pinitos en el mundo de la ingeniería automovilística.

Hizo su primera participación como ingeniero de carrera en el Open Nissan con CamposGP en 1999, pero se dio a conocer como ingeniero de pista del piloto Robert Kubica (BMW Sauber F1) en estos últimos años. Ahora es el director técnico de la escudería española. Pero lejos de soberbias ni distancias, Toni Cuquerella quiso transmitir ayer a los estudiantes, de ingeniero a ingeniero en potencia, la importancia de la formación universitaria y de la aplicación de la ciencia y la ingeniería en el gran espectáculo de la Fórmula 1. "Yo no quiero sensaciones de si este circuito es más ratonero o si se come más neumático. Eso sirve para la prensa o la tele. Pero yo necesito un número que me lo cuantifique todo", sintetizó. Y así, "evitar el 'me ha gustado' o 'no me ha gustado' del piloto". "Hay que comprobarlo todo con números y, después, el piloto se lo come, le guste o no, porque los ingenieros afinamos más que el piloto", dijo.

Aunque los más forofos apreciaron sus cotilleos sobre la Fórmula 1 y sus ejemplos de cómo se aplica la ingeniería a este deporte, lo más jaleado fueron sus recuerdos estudiantiles. "Hay cosas que, es verdad, no sé para qué las estudiamos. Pero muchas otras tienen aplicación y seguro que hay alguien por ahí usándolas". "La Física de Manglano [histórico profesor de la Politécnica], que a todo el mundo se le ha atragantado, a mí no se me atragantó, pero sí que me costaba. Y Cálculo, Álgebra y todas esas asignaturas todavía no las he entendido, pero había que pasarlas", dijo entre las carcajadas y los aplausos del auditorio.