El olor a cirio consumiéndose al entrar a una iglesia podría dejar de formar parte de ese momento gracias a velas que no echan humo. Los costaleros de Semana Santa, por su parte, dejarán de sufrir tanto con el peso del anda si cuentan con almohadillas neumáticas, rellenas de aire e interconectadas entre sí para que la carga se distribuya mejor entre cada portador.

Estos y otros productos relacionados con la liturgia, la conservación o el turismo religioso se podrán visitar hasta mañana en Feria Valencia, en Diké, primer Salón Internacional de Patrimonio, Bienes e Itinerarios Religiosos.

Todo al servicio de Dios, o mejor dicho, de sus feligreses y de sus sacerdotes. El salón recoge un amplio abanico de productos, desde retablos hasta cálices, pasando por casullas y mitras bordadas, hasta llegar a dulces y chocolates confeccionados por monjas de clausura o un rosario electrónico con las plegarias de Juan Pablo II. Sesenta expositores, 16 de ellos extranjeros, ocupan el pabellón ocho del recinto ferial con la intención de reunir, por primera vez en Valencia, posibles consumidores de este particular sector.

"Tengo trabajo gracias a Dios, nunca mejor dicho", bromea Julián del Olmo, dueño de un taller de arte religioso que lleva el mismo nombre. Tanto él como la mayoría de compañeros de los puestos de Diké explica que la crisis también está pasando factura al sector, pero que sin embargo, gracias a las exportaciones y a abrir mercado dentro de España, las ventas no han caído mucho. Uno de los ejemplos más claros es la casa de artesanía Manantial, encargada de bordar la casulla que se le hizo a Juan Pablo II en su visita a Valencia. "Vendemos por todo el mundo, desde Japón hasta Australia", indica Carmen Cuevas, responsable de la firma.

A parte de los objetos y productos gastronómicos que ojear o comprar, el visitante podrá encontrarse con el trabajo de los restauradores de bienes y patrimonio en primera persona. Tanto las casas particulares de restauración como el Instituto Valenciano de Restauración, el Ivacor, muestran cómo se realiza su delicada tarea de conservación de las obras de arte. Entre el mantenimiento y cuidado de lo antiguo, se abre paso también la modernización del sector, con aplicaciones para teléfonos inteligentes que envía información sobre la obra de arte o el lugar de culto concreto que se esté visitando.