La misma cola dos horas antes de abrir las puertas, las mismas pasiones, pancartas, gritos, tembleques y sudores —indecente e insalubre el calor, que provocó que el público acabara gritando «¡queremos el aire!»—. Pero, al final, lo que quedaba era más frustración por metro cuadrado que nunca. Son las reglas del juego que quiso la asamblea de presidentes: que un número mayor de sus falleras, adultas e infantiles, murieran en la orilla. La que separa el pasar un año a lo grande en la corte de honor o consolarse con el «por lo menos he llegado hasta aquí».

El lamentable horno echó a perder, porque no se pudo paladear, el espectacular envoltorio de la noche. Si este año había recorte en el gasto del evento, la verdad es que cundió mucho más que en otras ocasiones: todo el terreno de juego del pabellón era una gran pasarela, de cuyo interior surgían las candidatas para hacer los desfiles.

La velada estuvo presidida por una gran chistera, la chistera de la magia de la noche (explícale luego a la que no sale lo de «magia y sueños»), un toque de elegancia con el que incluso también apareció el copresentador Voro Peiró —dirigió la velada junto a la actriz y hermana de falleras mayores infantiles de Valencia Sandra Cervera—. El desfile fue rápido, pero después el descanso se hizo tan interminable como siempre. Tantas prisas —si por la gente fuera, el veredicto se sabría a los cinco minutos— para luego matar el tiempo mientras el calor achicharra resulta raro.

Las cortes de 2012, que se despedían ayer, y las preseleccionadas fueron las que le pusieron más gracia a la ocurrencia con que arrancó la segunda parte, la coreografía general, que quedó muy atinada.

Que bonitos son los discursos de despedida cuando, en lugar de agradecer uno a uno a los miembros de la JCF, se pasa al lado emocional, el que mana del corazón. Es lo que pasó en el tramo final del discurso, interminable mientras la gente se asaba y cuya mejor molla fue ese final.

Y al final, el goteo de éxito y el mar de lágrimas. Para María Fita acabó pronto el sufrimeinto porque fue la primera nombrada y para Marta Chico, la última alegría de la noche.