Baltasar Bueno

valencia

La restauración de la imagen histórica de la Virgen de los Desamparados va a realizarse en medio de un gran secretismo y se ha dado instrucciones a todos los intervinientes de que guarden absoluto silencio y discreción, como si de un asunto que afectara a la seguridad del Estado. No va a facilitarse ningún dato, ni ninguna fotografía de todo el proceso restaurador probablemente hasta que no esté concluida la tarea, que, parece, no va a ser integral y ajustada al rigor histórico-artístico, por miedo de la clerecía, principalmente, a que la gente no acepte una debida intervención, que pasaría necesariamente por devolverle el rostro gótico original a la imagen, ya que ninguno de los dos -de Ponsoda y de Vicent- que fueron hechos en la postguerra, agradó a la Archicofradía de la Virgen y a quienes la conocieron antes del 21 de julio de 1936, en que la talla histórica sufrió un tiroteo y el incendio de su camerino, agresiones que le desconcharon la cara.

Cuando la imagen de la Virgen sea desprovista de su corona, túnica, escapulario, delantal o peto y manto para acometer las tareas restauradoras, lo que se contemplará es una estampa muy similar a la de la fotografía que les ofrecemos, donde se observa unos travesaños de madera que forman un armazón troncocónico ensamblado por delante y detrás a manera de jaula, que se le colocó para forzarle el cambio de posición de los brazos y el vuelo del manto, aditamentos antiestéticos que disimulan y ocultan tanto el manto trasero como el peto delantero.

En la parte posterior, la imagen lleva una superficie lisa adicionada para su posición yacente, destinada a ir sobre los féretros de los ajusticiados. Esta finalidad hizo que al ser construida se utilizara un material no pesado, con el fin de no agravar el peso del transporte de los ataúdes a hombros.

De ahí que la talla de la Virgen no sea de madera, como suele ocurrir en la iconografía religiosa por lo general, sino de una materia que, hasta el momento, no se ha podido determinar bien, una especie de engrudo, a manera de cartón-piedra, fácilmente moldeable hecho a base de carnaces y aygua cuita, muy bien labrada, aunque podría ser que en su interior tuviera a manera de eje o soporte madera, lo cual determinará los estudios que se le haga.

La imagen de la Virgen original, al ser yacente, similar a una Mare de Déu dormida o d´Agost tenía los brazos laxos o relajados, en reposo, y al prohibirse por la Iglesia que las imágenes de Vírgenes o santos fueran sobre los féretros, al ser puesta de pie se inventó dicho artilugio para forzarle los brazos en posición de erguida. La cabeza de la imagen quedó inclinada, mirando hacia abajo, inclinación que responde al reposo de la cabeza sobre un almohadón, diferenciándose de las imágenes marianas que representan la dormición, asunción o tránsito de la Virgen, en que la talla original de la Patrona de Valencia tenía el mentón levantado, los ojos abiertos no cerrados y mirado al frente.

Características éstas que no consiguieron plasmar los escultores José María Ponsoda y Carmelo Vicente cuando restauraron su rostro en 1939 y en 1947, respectivamente, de lo que cabe concluir que no se trata de conseguir en esta restauración un parecido más acorde de su cara con la que tenía antes de su destrucción, sino de recuperar dicha expresión gestual, y de manera muy especial la mirada de sus ojos, los cuales miraban hacia la gente se pusiera donde se pusiera, como ocurre con los buenos retratos de personajes que le sigue a uno con sus ojos cuando se les contempla, se coloque uno donde quiera.

Tendrán que plantearse, entre otras muchas cosas, el equipo de restauradores la conveniencia de retirar o no a la imagen la sujeción metálica que le recorre la espalda y cabeza para sostener la corona y que en su día ya modificó un poco la posición del rostro de la talla. Así cómo estudiar qué hacer con los pies, los que parece no tiene, al serles mutilados para acortar la imagen, según las versiones de algunos historiadores.