La celebración del debate sobre el estado de la ciudad, el último conflicto entre la alcaldesa Rita Barberá y los grupos de la oposición, es un acto político de relativamente nuevo cuño en el que, eso sí, suelen intervenir los alcaldes, cosa que no ocurrió en Valencia el año pasado ni, en principio, ocurrirá este año. Únicamente la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, evitó la confrontación el año pasado en pleno apogeo del caso Brugal.

En Valencia, el paréntesis entre el último debate de 1994 y el celebrado en 2012 ha sido de 19 años y se ha cerrado gracias a la oposición, que tuvo que forzar el reglamento para convocar el pleno. No consiguió, sin embargo, su principal propósito, la intervención de la alcaldesa Rita Barberá, lo mismo que presumiblemente ocurrirá mañana, miércoles.

Echando la vista a las otras grandes ciudades de España y a las de la Comunitat Valenciana, la conclusión es que, efectivamente, éste es un debate relativamente nuevo. En casi todos los casos han surgido en las dos últimas legislaturas y generalmente a petición de la oposición, que ha visto en los debates sobre el estado de la nación fórmulas idóneas para exponer también de forma monográfica el estado de sus ciudades. En Sevilla, por ejemplo, fue el actual alcalde del PP, Juan Ignacio Zoido, el que forzó este pleno en 2010 cuando todavía no gobernaba.

En esto Valencia, que se incorporó el año pasado, llega tarde, pero no demasiado tarde. En lo que aún no habría cogido el paso es en lo de la intervención directa de la primera autoridad municipal, en este caso la alcaldesa Rita Barberá. En todas las grandes ciudades -Madrid, Barcelona, Sevilla, Zaragoza y Bilbao- el eje del debate es el discurso de su primer edil, que suele tener un tiempo extra para su exposición y después interviene en las réplicas. Especialmente sonada fue la intervención de Ana Botella en su primer debate en 2012, cuando entre titubeos y errores cosechó todo tipo de críticas y mofas por parte de la oposición y la prensa escrita.

También en Alicante y Castelló intervienen las primeras autoridades, aunque no siempre. En 2012, por ejemplo, no intervino la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, imputada entonces en el escándalo Brugal. Toda la oposición pidió su dimisión. En Castelló, por su parte, el alcalde Alfonso Bataller ha tenido este año una intervención parcial. Acosado por su imputación en la trama Gürtel, pronunció un primer discurso y dejó las réplicas para su portavoz, Miguel Ángel Mulet.

De lo que no hay duda es de que estos debates tienen un alto interés político. En Madrid, por ejemplo, suelen acudir como invitados representantes de todas la administraciones y de la vida pública. Y para los partidos es una oportunidad de comunicar apuestas y propuestas. Hasta las formaciones que no tienen representación tratan de dar su visión de la ciudad. Ayer, sin ir más lejos, el coordinador de UPyD en Valencia, Eduardo Gómez, sentenció que las abultadas cifras del paro hacen de Valencia una ciudad agotada y sin futuro.