Síguenos en redes sociales:

Despedida

"¡Hasta siempre, tierra de María!"

Carlos Osoro se despide de la diócesis de Valencia con una misa en la Catedral y una visita a la Basílica

"¡Hasta siempre, tierra de María!"

Bajo el ancestral repique de las campanas, Carlos Osoro se despidió ayer de su diócesis. Lo hizo rodeado de sus fieles, esos que le han acompañado a cualquier acto en estos cinco años al frente de la Archidiócesis de Valencia y que le siguen con devoción. Los actos de la tarde incluyeron una dedicatoria en el Libro de Oro de la Basílica de la Virgen, la bendición de un relicario con un vial de sangre del santo Juan Pablo II que reposará en el mismo templo, la despedida de la talla de la Mare de Déu con subida al camarín incluida y el adiós a todos los valencianos emulando las palabras de Juan Pablo II en su última visita a la ciudad: «¡Hasta siempre, Valencia! ¡Hasta siempre, tierra de María!».

Carlos Osoro es muy querido en Valencia. Se nota cuando sale a la calle. Ayer, en el breve trayecto que separa el Palacio Arzobispal de la Basílica de la Virgen, decenas de personas le pararon para despedirle. Un seminarista, incluso, le regaló un rosario y el prelado se abrazó con Alejandro, un indigente al que conoce y aprecia, según fuentes arzobispales. El camino, jalonado de aplausos, terminó en la basílica, donde Osoro firmó en el Libro de Oro y aseguró que había sentido la ayuda de la Mare de Déu dels Desemparats «en todo momento»: «Gracias, Mare de Déu, has sido amparo, guía, protectora, creadora de tantos proyectos que suscitabas en mi corazón».

Después, Osoro acudió a la «coveta» a bendecir el relicario con un vial de sangre del santo Juan Pablo II que el arzobispo regaló a la Basílica. Tras ello, aún en las entrañas del templo valenciano, Osoro subió hacia las alturas, hacia el camarín de la Virgen. Era el momento más emotivo de los actos vespertinos. Ovacionado por los fieles que esperaban abajo, en la Basílica, el prelado cántabro dejó a los pies de la imagen su cruz pectoral. Finalizado el homenaje a la talla, Osoro enfiló la Catedral, dejando tras de sí el «Himne de la Coronació de la Mare de Déu dels Desemparats» que acompañó al prelado en todo su recorrido por el templo. El breve camino entre la Basílica y la puerta de los Apóstoles de la Seu estuvo lleno de bendiciones a niños y saludos a sus fieles.

«He llegado justo a tiempo», decía una mujer, que se asomaba a presenciar la salida de Osoro de la Basílica. El arzobispo se paró a hablar con un grupo de jóvenes, con los que se mostró muy afable uno de sus deseos en Valencia ha sido potenciar la relación de los jóvenes con la Iglesia, para lo cual planeó noches de vigilia los viernes en la Basílica, y a bendecir a varios niños de distintas edades, uno de ellos incluso recién nacido. Todo ello ocurría ante la sorprendida mirada de los turistas, que fotografiaban el paseo del arzobispo por pleno centro de la ciudad. Dos turistas francesas se sorprendían y comentaban entre ellas el atuendo del prelado.

Homilía en la Seu

En la procesión de entrada a la Catedral, Osoro fue acompañado por los sacerdotes del Consejo Episcopal y del Colegio de Consultores, miembros del Cabildo de la Catedral, así como por los presbíteros ordenados por él durante sus cinco años de pontificado en la diócesis valentina. El nuevo arzobispo de Madrid, que no tomará posesión de su nueva diócesis hasta el próximo 25 de octubre, pidió a los jóvenes valencianos que no tengan miedo de «apostar por Cristo» como parte de su última homilía en la ciudad. Osoro dio las gracias a los sacerdotes, los seminaristas, las familias cristianas, los ancianos, los enfermos y las entidades sociales. El prelado aseguró, en una misa a la que acudieron el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra; el presidente de las Corts, Juan Cotino; y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, entre las autoridades, que en sus casi seis años en la ciudad ha querido transmitir «la búsqueda por el interés de los demás y no encerrarse en sus propios intereses» y pidió a sus fueles «ser defensores de la vida». Osoro se despidió haciendo suyas las palabras del papa Karol Wojtyla en su última visita a Valencia: «¡Hasta siempre, Valencia! ¡Hasta siempre, tierra de María! Os llevo a todos en mi corazón». Antes de salir de la Catedral, Osoro entregó como regalo de despedida su báculo, que recibió de la diócesis de Valencia tras tomar posesión como arzobispo el 18 de abril de 2009. A finalizar la celebración, el vicario general del Arzobispado, Vicente Fontestad, leyó una carta en nombre de la diócesis a soro, en la que también hizo referencia al regalo de agradecimiento de la archidiócesis a Osoro, una réplica del Santo Cáliz. En la eucaristía intervino el Coro del Seminario Mayor de Valencia.

La diócesis valenciana permanecerá sin arzobispo hasta el próximo 4 de octubre. El sábado llegará a la ciudad Antonio Cañizares. El cardenal, que dejará su trabajo en Roma, tomará posesión de la archidiócesis ese día con una misa en la Catedral. Osoro, sin embargo, no hará lo mismo hasta el día 25 de octubre. Pasará, por tanto, 20 días sin diócesis a su cargo y viviendo en el convento de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados en Madrid, dado que su predecesor en el cargo, el arzobispo cardenal Antonio María Rouco Varela que ahora pasará a serlo emérito, se niega a abandonar el palacio episcopal de la capital, situado en la calle San Justo. Osoro tendrá que elegir si irse a vivir al palacio con Rouco en él o buscar otro alojamiento en la ciudad, toda vez que parece que el ex presidente de la Conferencia Episcopal no quiere abandonar su residencia.

Pulsa para ver más contenido para ti