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Mirador de la Gola del Pujol

Puesta de sol en l´Albufera

El mirador ofrece la posibilidad de conocer un poco más el lago a través de sus carteles, dar un paseo en barcas tradicionales y disfrutar de unos atardeceres insuperables, todo ello a 10 kilómetros de la ciudad

Atardecer desde uno de los muelles donde pueden cogerse barcas de paseo. f. bustamante

Una de las joyas del patrimonio natural Valenciano, l´Albufera, tiene un lugar privilegiado desde el que mirarla, desde el que ver la laguna, desde el que conocer su fauna, desde el que salir a dar un paseo en barca o desde el que disfrutar del mejor atardecer de la ciudad. Es el mirador de la Gola de Pujol, conocido generalmente como el mirador de l´Albufera por ser el más popular.

Para llegar a este punto hay que tomar la carretera de El Saler, la CV-500, bien por el interior, bien por la autopista. Ambos trazados se unen en la «rotonda de Aqualandia» y a partir de este punto hay que continuar en dirección a El Palmar-Cullera. Dos kilómetros más adelante, a la derecha de la calzada, está el mirador. Unos 10 kilómetros de recorrido en total.

Aunque se remodeló recientemente, la zona de aparcamiento de vehículos es escasa, por lo que conviene ir apercibido, buscar medios de transportes alterntivos o utilizar las líneas de autobús 190 y 191 de Autobuses Metropolitanos de Valencia, que tienen parada a escasos 50 metros, en la Gola del Pujol.

Una vez allí, hay carteles en castellano, valenciano e inglés que informan de lo que los visitantes tienen delante. Se trata de una laguna de 2.800 hectáreas y una profundidad media de 1 metro, lo que la convierte en un ecosistema único. De hecho, desde allí se pueden ver numerosas aves acuáticas y somormujos posados en las estacas que sostienen las redes de pesca.

Desde allí también pueden cogerse las típicas embarcaciones de l´Albufera, a «perxa» y a motor, para dar un paseo por el lago y recorrer algunos de los rincones más llamativos. Barracas, cañizales, aves y llisas que literalmente saltan a las barcas, forman parte de estos recorridos, que pueden contratarse por persona y por grupos.

El gran espectáculo, en cualquier caso, llega cuando el sol baja hasta muy cerca del horizonte, al atardecer. El espectáculo es impresionante, tanto en invierno como en verano, una imagen a la que contribuye determinantemente el hecho de que la laguna sea como un espejo completamente liso. Sólo cuando sopla el viento de poniente hay cierto movimiento del agua, aunque eso ocurre pocas veces y tampoco arruina la vista.

De paso, la visita al mirador de la Gola del Pujol es una buena excusa para conocer el lago, para aprender su historia (lo compró el ayuntamiento hace un siglo por 1 millón de pesetas); entender por qué es una laguna de agua dulce (se formó cuando los sedimentos del Turía y Júcar cortaron el Golfo de Valencia); y disfrutarlo en todo su esplendor.

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