La reedición facsimil de los almanaques de 1915 a 1918 por obra y gracia de Rafael Solaz, sirvió ayer para reivindicar el papel de la revista «La Traca» y la de su editor, Vicent Miquel Carceller, algo a lo que pusieron un especial empeño Josep Lluis Marín y Gil Manuel Hernández. El primero recordó el papel de la revista como cultura popular satírica, combinada con el carácter empresarial de Carceller, mientras que el segundo recordó su amarga doble muerte, fusilado por el franquismo y con su obra silenciada durante 40 años. Gil Manuel dejó en el aire una idea, ya que Carceller no tiene «ni una calle, ni una estatua ni un sólo recuerdo en una ciudad en la que sus publicaciones eran un referente y cuyo hilo continuaron después los artistas falleros que burlaban la censura y que después siguieron los Monleón, Ortifus, Castillo o Alemany» en la que llegó a vender veinte mil ejemplares a pesar de la escasa alfabetización. La presentación de la obra permitió incluso que dos ramas del editor represaliado se conocieran entre sí».