Las actuaciones en los barrios del nuevo equipo de gobierno no siempre encuentran el apoyo en estratos donde, aparentemente, estarían jugando en terreno amigo: los colectivos vecinales. Y si el barrio del Carmen está siendo una de las zonas sobre la que más se está trabajando, la gestión también encuentra voces críticas. La salida de colectivos ciudadanos de la Mesa de Movilidad el pasado mes de marzo fue una demostración de que algo está pasando. Y cuando el casco antiguo se prepara para una nueva fase de reformas a partir del otoño, las posturas siguen igual de enrocadas.

La Coordinadora de Entidades Ciudadanas de Ciutat Vella, que incluye colectivos como asociaciones de vecinos tanto del Carmen como de Velluters no da ni un paso atrás. Porque si hay enunciados en los que parecería que hablan el mismo idioma: («Queremos un barrio sostenible, un barrio que tenga el menor tráfico y menos contaminante posible»), la oración subordinada ya dista: «lo que no se puede es hacer una actuación a base de parches, sin un plan general, un proyecto global». Y donde más duele a un gobierno de izquierdas: «parece que desde el ayuntamiento sólo se está defendiendo los intereses patronales y no los vecinales. Hay veces que parecen políticas del PP».

Trini Piquer y Martín García, de la coordinadora y de la AVV, llevan la voz cantante en este sentido. Ahora mismo, por ejemplo, han sacado sillas y mesas a la calle para exigir el final de los apartamentos turísticos ilegales, los «micro-hoteles». Ayer no pudieron continuar la campaña en la calle por culpa del aguacero.

Y hay más: aseguran que la gestión del concejal Giuseppe Grezzi deja «agravios y problemas». Por ejemplo, «en la calle Guillem Sorolla, por ejemplo, ahora hay cinco líneas de autobuses. Y tras el cierre en las Torres de Serranos, esa calle ves hasta doble sentido de coches». Hay quejas concretas: «muchas cosas parecen destinadas a contentar al Mercado Central. Y los problemas del mercado tienen solución viendo ejemplos de otras ciudades: desde eliminar intermediarios a ser conscientes de que si los comercios venden menos es, entre otras cosas, porque cada vez hay menos vecinos».

Lo curioso es que el objetivo final es parecido: una Ciutat Vella pacífica, peatonal, silenciosa y competitiva. «Pero el ayuntamiento debe escuchar a los vecinos y a sus colectivos».