­Cuando acaben los trabajos de consolidación del Monasterio de San Vicente de la Roqueta se acometerá la excavación del subsuelo para buscar restos del templo paleocristiano erigido en el lugar donde tuvo lugar el martirio y los restos del propio santo, que según todos los indicios deben estar en este lugar.

La idea inicial era empezar por ahí, pero el ruinoso estado del edificio aconsejó cambiar el orden. «Si se hubiera hecho la excavación, el edificio podría haber sepultado a los arqueólogos», dijo el concejal Vicent Sarrià en respuesta a los colectivos vicentinos que daban prioridad a la búsqueda de los restos del mártir y temían que se acabara el edificio dejando esa parte del proyecto pendiente.

Para que no haya ningún problema en ese sentido, no se han tocado los cimientos (se ha inyectado resina) y se ha dejado sin cubrir, por ejemplo, el suelo del claustro, que fue excavado en un 20 % aproximadamente en los años ochenta, dijo Ribera. Entonces ya se paró la excavación por la amenaza del edificio.

Durante las primeras obras sólo se han hecho catas en los lugares más sensibles sin llegar al subsuelo. Y se ha encontrado, por ejemplo, un hueco que tiene su prolongación bajo la iglesia colindante. Hay muchos elementos, en verdad, que conectan con la iglesia a distintas alturas.

Para hacer la excavación hay elementos que juegan en contra. Uno de ellos es el hecho de que parte del templo fuera arrasado cuando se abrió la calle San Vicente y cuando se construyó el metro. Además, se calcula que la parte más interesante, porque allí apareció el sepulcro de zinc del siglo IV, está bajo la iglesia, que es propiedad del Arzobispado y que no forma parte de este proyecto.

También hay que tener en cuenta que el suelo del edificio está 45 centímetros por debajo de la calle San Vicente.