El papa Francisco ha enviado a Joan Ribó una carta en la que le expresa su «admiración y gratitud» por la implicación mostrada con «nuestras hermanas y hermanos refugiados», y por su «coraje e inteligencia» en pro de la acogida de los asilados. La misiva, fechada en el Vaticano el lunes, va firmada de puño y letra por el pontífice. En ella echa mano de la ironía para pedirle al «estimado hermano alcalde» de Valencia que no se «olvide de rezar por mí, o si no reza, por favor piénseme bien y enviéme ´buena onda´». Ribó recibió ayer el escrito, dos días después de la cumbre de alcaldes de distintas ciudades de Europa que se celebró el pasado fin de semana en el Vaticano, promovida por la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. «Le agradezco por haber participado en la cumbre organizada en mi casa en respuesta a mi iniciativa», apuntaba el Papa, que no pudo recibir en audiencia a Ribó y al resto de alcaldes por un problema físico.

A la cumbre asistieron también alcaldes como Manuela Carmena (Ahora Madrid), Ada Colau (Barcelona en Comú), Pedro Santisteve (Zaragoza en Común) o Francisco De La Torre (Partido Popular), y de otras ciudades como París, Manchester o Florencia. En la cita se acordó crear una red de regidores «capaces de construir ciudades acogedoras, refugios que sepan organizar corredores humanitarios seguros y regulares, reconocidos por la comunidad internacional». «He seguido de cerca el desarrollo de ambas jornadas y sé de su notable éxito», manifiesta la máxima autoridad eclesiástica en el agradecimiento enviado a Ribó y a todos los que participaron en el encuentro. «He querido respetar la libertad de todos y de cada uno», prosigue y añade a continuación que le «agrada» la sugerencia «de crear una red de alcaldes». «Sé de sus iniciativas, luchas y sufrimientos personales», comenta. «Las puertas de mi casa estarán siempre abiertas para usted y para esta nueva red», asevera.

La propuesta que salió del Vaticano persigue «una amnistía u otra solución para las víctimas de la forma moderna de esclavitud y de la trata de personas en términos de trabajo forzado, prostitución y tráfico de órganos». Los alcaldes también firmaron una declaración en la que se culpa a la guerra, la pobreza, el hambre o el cambio climático de los intensos flujos migratorios que se están sucediendo en los últimos meses y que son un desafío para Europa.