Un par de generaciones de jóvenes consiguieron sacar más de una merienda gratuita afanándose en buscar botellas de vidrio, limpiarlas (o no) y llevarlas al ultramarinos de turno. Se llamaba «devolver el casco». Ahora lo llaman «economía circular». Aquello se acabó con la llegada del envase no retornable. Con el que también llegó el plástico y con él, un problema de primer orden: los residuos. Salvando muchas diferencias, eso es lo que se probará de forma experimental en el año 2018 en el barrio de Sant Marcel·li, dentro un programa piloto que, auspiciado por la Unión Europea, pretende aplicar una recogida selectiva de envases de plástico con la participación de los ciudadanos. Es el proyecto «Plastic Circle», en el que participan nueve países, pero de los que sólo tres serán el particular banco de pruebas.

Pero, para que la fórmula tenga éxito hace falta un retorno. Cómo se hará dependerá de la propia participación ciudadana. El concejal de participación ciudadana, Jordi Peris destacaba, en ese sentido, que «el proceso debe tener la colaboración de los vecinos y la fórmula de incentivos sería el resultado del consenso».

La iniciativa tiene un presupuesto continental de ocho millones, de los que 2,7 son para el proyecto de Valencia. El ayuntamiento completaría la iniciativa con 300.000 euros. «Lo importante es, además, que Valencia se pondrá en el mapa, pero por ser un referente en la innovación. Valencia es una de las tres ciudades que pondrán el proyecto en marcha y sus resultados pasarán a estudiarse». La elección de Valencia es porque una de las entidades que participan en el proyecto es la Fundación InnDEA, junto con la empresa concesionaria de la recogida de residuos en Valencia, (Agricultores de la Vega), Ecoembes e Interval. A Valencia la acompañarán en esta experiencia piloto la ciudad holandesa de Utrecht y la rumana de Alba Iulia.

Un barrio perfecto

¿Por qué en Sant Marcel·li? La concejala responsable de la gestión de residuos sólidos, Pilar Soriano lo justificó en «la configuración del barrio, por su población y porque necesitábamos un barrio con un asociacionismo vecinal activo, emprendedor, que es capaz de creer las iniciativas».

Cómo llevar a cabo el intercambio, de qué forma recibir la compensación y el tratamiento de los residuos forman la parte esencial del proyecto. Contenedores inteligentes, sistema de identificación de la entrega de los residuos por parte de las unidades familiares... y después el tipo de retribución. Todo en aras a crear una educación del reciclado. Soriano señalaba, en ese sentido, que «hay industrias, como la aeronáutica, que ya tiene demanda de este tipo de materiales. Se trata" de reintroducir los envases de plástico dentro de la cadena de valor a través de procesos de innovación en todas las fases de recogida de residuos, transporte, clasificación y recuperación».

El calendario marca que el estudio tiene que realizarse durante el año 2017, para ponerlo en práctica a partir en el trienio 2018-2020. La fase del transporte es la que ocasiona mayor gasto. Por ello, se prevé dotar a los contenedores de sensores que reconocerán los niveles de llenado a tiempo real, para optimizar las rutas de recogida.