«Somos la ciudad de las franquicias». Así responde el concejal de Comercio, Carlos Galiana, a la pregunta de si vetaría la apertura de establecimientos de comida rápida en entornos históricos protegidos y emblemáticos como ha hecho el Ayuntamiento de Florencia. El alcalde de esta ciudad italiana, Dario Nardella, del Partido Democrático, quiere potenciar los negocios tradicionales y por eso ha denegado el permiso a la cadena estadounidense McDonald's para abrir una hamburguesería en la emblemática plaza del Duomo, declarada Patrimonio de la Humanidad.

«Valencia no es Florencia» y la idea de revocar permisos al Burger King de la plaza de la Reina o del Ayuntamiento no le parece a Galiana «viable económicamente». El coste en indemnizaciones sería demasiado alto, «inasumible» afirma el concejal de Compromís, quien asegura, no obstante, que está dispuesto a estudiar fórmulas para proteger a los negocios tradicionales. El Ayuntamiento de Florencia de hecho tendrá que enfrentarse judicialmente a la cadena de hamburgueserías que lo ha denunciado y reclama una indemnización de 18 millones de euros por daños y perjuicios.

La Asociación de Comerciantes del Centro Histórico lleva años advirtiendo de la desaparición de los comercios tradicionales de la ciudad. En 2013 el ayuntamiento hizo un catálogo del sector donde aparecían casi 50 establecimientos con más de medio siglo de historia de la ciudad y donde se incluían las horchaterías de El Siglo y Santa Catalina, Sombreros Albero, Chocolates Sanz, Casa Viguer, Casa Baviera, Guantes Piqueras Camps, Platería Rafael Tatay, la librería Regolf, Luis Farinetti, Unión Musical, Orfebrería Pajarón o Bodegas Momparler, entre otros. En el tiempo transcurrido desde entonces han echado el cierre, en muchos casos expulsados por los elevados precios de alquiler que se exigen tras el fin de la moratoria a los arrendamientos de renta antigua, varios de ellos, como la Chocolatería Sanz, que abrió sus puertas en 1860, y la Horchatería El Siglo, que se ha remodelado para convertirse en un hotel.

Ante esta situación, el concejal Galiana asegura que el ayuntamiento no puede dejar de dar licencias, si bien se están estudiando otras soluciones. Una de ellas será la protección urbanística de los comercios tradicionales, no solo de sus fachadas como se hacía hasta ahora sino del interior. La idea es que a través de las normas urbanísticas y el catálogo de edificios protegidos se preserven la estructura interior, la decoración modernista y art decó y los elementos singulares „como mostradores y escaparates„ de estos establecimientos.

La mayoría de estos establecimientos son sustituidos por franquicias de yogur helado, golosinas, pizzas y hamburguesas o cadenas de tiendas como Ale-Hop, que no tienen problemas en hacer frente a los alquileres desorbitados de zonas como la calle San Vicente y la plaza de la Reina, la ruta por excelencia de cruceristas y turistas. Las franquicias y negocios de nueva generación acaban en muchas ocasiones desvirtuando la esencia de los entornos originales de las ciudades.