Nada más finalizar los actos de la octava de San Vicente Ferrer, el calendario dejó ayer un nuevo capítulo a un mes vista de lo que tiene que llegar y que cerrará definitivamente el ciclo de 2017: el pregón de la Fiesta de los Niños de la Calle San Vicente y el nombramiento de su clavariesa, Carmen María Lliso. Una fiesta que, geográficamente, es en San Vicente Mártir, no Ferrer, como recordó el pregonero, Baltasar Bueno. El colaborador de Levante-EMV recordó que «en los últimos años ha habido un empeño especial, también en algún sector del mundo vicentino, en separar los dos santos, en no hacerlos aparecer juntos, en contra de lo que ha sido siempre una verdad histórica y una relación: ir de la mano. En esta fiesta los niños le hacen la fiesta a San Vicente Ferrer en la calle San Vicente Mártir». No hay que olvidar que el fraile dominico debe su nombre de pila al hecho de haber nacido el 22 de enero, fecha de su antecesor en la santidad valenciana.

«Vuestra fiesta es memoria histórica de lo que hizo en 1410 San Vicente Ferrer: se dio cuenta de que por las calles de València iban desmaprados muchos niños y niñas, la mayoría hijos de moriscos, y habló con la Orden Hospitalaria de los Beguines para que se preocuparan por ellos», iniciativa precursora de lo que después sería el Colegio Imperial de Niños Huérfanos. «Este primer colegio se sostenía por la colaboración de los niños allí internados que salían en procesión vestidos de dominicos para pedir ayuda llevando una imagen de San Vicente». También anunció una iniciativa pevista: «El presidente, Pepe Crespo quiere ahora recuperar una antigua tradición que es la de presentar, acompañar y apadrinar cada año a uno de los niños internados en este colegio».

El pregón marca la cuenta atrás para unos festejos que tendrán lugar en junio y que incluyen el bautizo de un niño. La asociación, por ello, no sólo tiene clavariesa, sino también «comare», padrino, madrina y camareras, las falleras mayores de Valencia del año anterior, en este caso Alicia Moreno y Sofía Soler.