El gran protagonista de la Batalla de Flores. Tagete Patula o «Clavel de las Indias», «Clavel de Moro» o «Damasquina». En València, «clavellón». Una planta cuyo origen es de ultramar, que da unas flores muy bien consideradas como elemento ornamental y que, cultivado a gran escala, es el arma arrojadiza que se utiliza en el último acto de la Gran Fira. Como el propio festejo, se ha convertido en un elemento cada vez más interesante. El que se lanzará hoy en la Alameda es el resultado de una tradición horticultora de la familia Galán y tiene unas características muy peculiares.

Se planta en parcelas diferentes para repartir los riesgos

Miguel Galán cultiva los clavellones en varias parcelas separadas entre sí por algunos kilómetros. Lo que se consigue de esta forma es repartir los posibles riesgos en caso de tormenta. Es una planta muy delicada a la que una granizada podría, literalmente, aniquilar. Incluso las rachas de viento suelen «matar» algunas plantas. Por contra, por sus especiales características, soportan bien las olas de calor (como ha quedado demostrado este año).

Se plantan sobre esquejes

La siembra de la planta del clavellón no se hace esparciendo las semillas. Hay que prepararlas en vivero y sólo entonces, cuando el esqueje ya tiene un determinado tamaño, se cultiva uno a uno, de forma manual.

La planta «macho» no sirve

Si se contempla un campo de clavellones se pueden ver plantas con flores grandes y redondas y, al lado, otras cuya flor guarda cierto parecido con la margarita. Son las plantas «macho». Esas, literalmente, no sirven para nada. No hay forma de discernir qué semilla tiene un tipo de flor u otro.

No se puede utilizar como ramo

¿Verdad que quedaría muy étnico un ramo de clavellones, por ejemplo, en una boda? Pues es imposible: es una planta tan especial, que el ramo no se sostiene: la flor es demasiado pesada y se rompe con cierta facilidad. Un ramo de novia sería un desastre.

Dos colores por genética

El clavellón valenciano es de dos colores: amarillo o naranja. No hay más explicación que la genética de una u otra semilla. Proporcionan flores similares en forma y tamaño.

El terreno debe descansar

Es casi imposible que los campos de clavellones se repitan de un año a otro. Es una planta exigente, que «bebe» mucho. Lo normal es que entre en un ciclo rotativo y que se planten otros cultivos en los siguientes años.

Se recogen con la mano

La recogida de la flor no requiere utillaje: se hace simplemente arrancando la «bola» con la mano. No hacen falta tijeras o podadoras. Eso permite que la recogida sea bastante rápida.

No tiene imitador

¿Qué pasaría si se malogra la cosecha? Pues lo mejor es no pensar en ello. El propio Miguel Galán asegura que «no hay plan B. Hemos visto esta planta en otros países y las alterativas no son buenas. No tienen la fórmula compacta que se necesita aquí». Independientemente que pedir un millón de flores a importadores se antoja complicado en caso de emergencia.

En México se utiliza la variedad propia como elemento aromático y ornamental para la celebración del Día de los Muertos, la conocida fiesta del país azteca.

La nueva costumbre: ir a los campos a hacerse fotos en la boda

Una de los ritos que se ha puesto de moda es acercarse a los campos cuando la floración ya es un hecho para hacerse fotos. No es la primera vez que se han visto parejas de novios posando en los campos multicolores. Incluso este año una comisión de falla, Senda Senent-Alameda, ha presentado sus bocetos en uno de los campos porque su falla está dedicada a la «Batalla de Plors».