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La Batalla brilla con contraluces

El acto de clausura de la Gran Fira se confirma como un espectáculo de masas y un enorme éxito social, pero a costa de la demasiado modesta aportación para realizar las carrozas - El alcalde Joan Ribó fue el gran ausente en el palco presidencial

La Batalla de Flores volvió a demostrar ayer que es un acto con todo el potencial del mundo. Con sus defectos, como lo pesado que se hace el desfile de las carrozas y la ansiedad que genera el estar esperando a ponerse a lanzar clavellones. Pero con sus enormes virtudes: desatar pasiones casi infantiles, pero sin complejos. Y, sobre todo, ejercer un gran poder de convocatoria. Los palcos están a rebosar, la nueva grada de tribuna tenía algunos asientos vacíos, y la general de pie, la que no pagaban nada, atiborrada. Incluso para ellos hubo flor. Es decir, en la parte exterior del anillo, un exitazo de convocatoria. Aunque en el palco se echara de menos la presencia del alcalde, Joan Ribó. Se dijo que igual le daba tiempo a llegar, que si un compromiso familiar... el caso es que fue el ausente más destacado del nutrido grupo de concejales de todos los colores que se desinhibieron de principio a fin. Camisetas empapadas y clavellones a cubo limpio en la zona noble. Y la demostración del poder de atracción fue la «post-Batalla». Cientos de personas organizaron la suya propia al acabar, aprovechando la gran cantidad de flor en buen estado que quedaba esparcida por la Alameda.

De anillo hacia dentro, la historia es menos amable: gente, mucha. El noventa por ciento, falleras, lo que garantiza a su vez el éxito de convocatoria de público. Pero encima de ellas, carrozas que tienen mucha buena voluntad, pero nada más. No es que sea comparable a las carrozas del Corso Zundert holandés. Es que ni siquiera están cerca de las carrozas de Laredo. La máxima categoría la ganó Ximo Esteve con el diseño de Marina Puche para asegurar que «he hecho dos años y se acabó, porque con esto se pierde dinero. Literalmente». Su carroza, la del oso polar, recibió una subvención de doce mil euros. «Pero con eso no ganas. Sólo la flor se lleva un montón. Nos podían regalar el clavellón que usamos, ya que había tanto. O subvencionar una grúa para los cuatro que hacemos carrozas grandes. En esto ocurre como cuando plantamos fallas para las comisiones: es imposible que salga a cuenta, por mucho que últimamente se haya aumentado la ayuda. Si hablamos de una Batalla grande, que va a ser declarada BIC, que tiene tanto poder de convocatoria, como está claro que lo tiene, hay que ofrecer más y mejor. Y suerte que aquí ayuda mucha gente por poco o por nada». En plena encrucijada de luces y sombras, la Batalla de Flores clausuró una edición trepidante. Está a tiempo de que la irrealidad no supere al trending topic. Ambas cosas las hubo ayer.

Fuset: «Hemos consolidado la nueva Fira»

Tenía motivos el concejal Pere Fuset para felicitarse por el éxito de la Batalla de Flores y su carácter de cierre de una Fira llena de contenido. Del de ayer reconoció que «es un acto con recorrido, con potencial. Tenemos la obligación de potenciarla, pero procurando amortizar el gasto. El dinero es el que es y hay que hacer partícipe a más gente»

Quedan cosas por pulir en el futuro. «Teníamos como novedad las gradas de segunda fila y han tenido flor. Vamos a estudiar si hay viabilidad para que haya más flor y a ver si podemos hacer una segunda fila. La demanda siempre será superior a la oferta. Pero está claro que es una fiesta potencial. Vamos a valorar todo lo que se puede hacer, incluyendo también la fórmula para la venta de palcos. No hay soluciones mágicas».

Como balance de la Fira, de la que hoy será más explícito, dijo sentirse «muy satisfecho. Se ha consolidado la renovación de la Fira en su segundo año con la descentralización. Es un motor estratégico cultural, pero también económico, porque València es cada vez más turística en julio. Y también socialmente, porque esa descentralización también vertebra a la ciudad»-

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