La «Senyera» se convirtió en la protagonista de la jornada en el Ayuntamiento de València. Por lo menos, para una parte de los visitantes que, cada día, entran en el consistorio. Desde que Sandra Gómez empezó a calibrar el peso de la enseña en el corto paseo desde el Museu Històric Municipal al Salón de Cristal y tras quedar afirmada en la peana, había dos tipos de reacciones: los que iban adrede a verla o los que se la encontraban y le hacían más o menos caso.

Tiene su razón de ser: la enseña tiene una enorme carga emotiva y, desde que se exhibe en la víspera del 9 d´Octubre, tiene una particular legión de seguidores y admiradores, que vienen a verla y a sentirse cerca de ella. No se puede tocar, pero hacerse una foto en el marco del salón no de comparación con hacerla en su habitual vitrina.

Por contra, los visitantes, especialmente los extranjeros, ni sienten ni padecen. Un matrimonio canadiense entra en el Salón de Cristal con los planos en la mano y abandona el elegante emplazamiento sin prácticamente percatarse de ella. Otro grupo de aspecto anglosajón se da cuenta de que hay algo extraordinario. No en vano, la «Senyera» está custodiada por dos policías locales vestidos de gala. La bandera debe ser algo importante y la fotografían. Una foto más de la jornada. Tampoco hay ninguna explicación especial del porqué de la solemnidad. De hecho, lo único que hay a la entrada del salón son las tarjetas de la concejalía de comercio recordando que hay que hacer regalos en Sant Donís. En la escalera de acceso, dos «gegants» daban la bienvenida y el balcón, esta vez, permaneció clausurado.

Pero los que saben sí que se detienen, la miran y la fotografían. En solitario, posando o haciendo un selfi. Y los hay que con verdadera emoción. Como la funcionaria jubilada que no sólo se encuentra a su ex compañero de trabajo, sino que no puede contener las lágrimas. «No le puedo contar la emoción que siento. Tenía mucha ilusión de verla. Es el símbolo nuestro, lo que más quiero. Antes no se podía entrar y me he dicho: voy a aprovechar la ocasión». Es un pensamiento general, como la madre que viene acompañada de su hija: «Una vez en la vida hay que venir a verla. Es muy emocionante». Son muchos a los que la bandera de todos los valencianos les impulsa a acudir. «A mi no me saques, que yo tenía que estar trabajando». Los cambios de guardia también se convirtieron en un atractivo añadido. Los agentes de policía local procedían marcialmente a ejecutar el relevo de las parejas que custodiaban la enseña.

Lo que cualquiera de los visitantes puede apreciar, a poco que se fije, es el alarmante estado en que se encuentra la tela. Son fácilmente visibles los agujeros y si se mira por detrás a través del espejo, las necesidades de zurcido son mayores. La «Senyera» que sale hoy en procesión es como la imagen Peregrina de la Virgen: es una réplica moderna de un objeto original de varios siglos de existencia. Lógicamente, la original es demasiado valiosa como para que salga del recinto municipal y para estos actos se diseño, hace ya 91 años, la que se exhibió ayer y la que presidirá los actos en la jornada de hoy. Pero su deterioro ha sido tan evidente que ha precisado ya de tres restauraciones: 1962, 1994 y la más reciente de apenas diez años: 2008. A cada año, la tela se resiente más y los arreglos duran menos. Se espera que el arreglo esté completado para el 9 d´Octubre de dentro de un año.