Hace una década el perfil de usuarios de Casa Caridad reflejaba, principalmente, a personas con adicciones cuyos padres habían fallecido y a personas inmigrantes. Una pobreza derivada de un problema de salud mental -con una mezcla explosiva de drogas y alcohol- y del inicio de un proyecto de vida en un país extranjero, sin apoyos familiares. Pero eso ya pasó a la historia. Ahora, el perfil es muy diferente y pasa por familias enteras (niños incluidos), que tienen que elegir entre comer o tener un techo, que no tienen trabajo, ni ingresos. Jóvenes y mayores, nacionales y extranjeros, mujeres y hombres. La pobreza avanza sin freno y las entidades están colapsadas.

Ejemplo de ello es Casa Caridad, una ONG privada que centra sus ingresos en las colaboraciones (de voluntarios, socios, donaciones o empresas particulares) que les ha permitido seguir las atenciones a pesar de los recortes de las ayudas institucionales. Y ahora lanzan un SOS. Necesitan más ingresos y los necesitan «ya». Así pues, aprovechando la proximidad de las elecciones y con datos de la última legislatura, han lanzado la campaña de Casa Caridad #votacontralapobreza: ganar socios y sumar donaciones y ayudas. Porque no dan abasto. Las cifras lo reflejan, pero tal como aseguró ayer el presidente de Casa Caridad, Luis Miralles, «detrás de las cifras hay personas reales que nos necesitan».

Y es que Casa Caridad realizó el año pasado un total de 435.802 atenciones, un 7,6% más que en 2017 y la cifra más elevada de los últimos cuatro años. «Son datos que demuestran que hay mucha gente en riesgo de exclusión social, una situación que afecta tanto a españoles como a extranjeros», explicó Miralles. Esto se refleja en una ocupación del 100% en los albergues de Petxina y Benicalap, que registraron 44.363 pernoctaciones, un 6,8% más que en 2017, y en un reparto diario de unas 1.000 raciones de alimentos entre desayunos, almuerzos y cenas, hasta alcanzar las 327.741, con un aumento del 8,4%.

«A pesar de la mejoría económica de los últimos años, sigue habiendo muchos españoles, especialmente en edades comprendidas entre 50 y 65 años, que sufren una situación de pobreza crónica derivada de una estancia prolongada sin empleo y que en algunos casos se agrava con problemas físicos o de adicciones, y aunque reciban un subsidio, éste no les permite cubrir sus necesidades. Además, hemos notado en los últimos meses el aumento de personas extranjeras que llegan a nuestra ciudad coincidiendo con políticas de externalización y blindaje de fronteras», añadió.

«Estas atenciones en servicios básicos, como poder comer todos los días o tener un techo donde dormir, se acompañan de un seguimiento de cada una de las personas que acuden a nosotros», apuntó Cristina Sánchez, responsable de Trabajo Social del Multicentro de Benicalap. Así, en 2018 se realizaron 63.698 atenciones personalizadas, un 4,3% más, donde se incluyen las entrevistas que llevan a cabo los trabajadores sociales que diseñan un plan individualizado para dar respuesta a las necesidades de cada persona, el servicio de los Centros de Día, los talleres de búsqueda de empleo o vivienda, o las diferentes acciones con las familias a través de las actividades del programa de las escuelas infantiles.

El triple de jóvenes que en 2014

En especial, Casa Caridad puso el foco en los jóvenes, colectivo especialmente vulnerable que puede derivar en una situación de pobreza crónica. Y es que en 2018 volvió a crecer el número de personas entre 18 y 30 años sin trabajo que acuden al comedor social, que se han doblado respecto a 2017 y triplicado sobre 2014.

Otro de los perfiles que más preocupa a la ONG son las familias. Así, el albergue de Benicalap destinado a este colectivo presenta una ocupación del 100%. La gran mayoría son familias biparentales procedentes de países del Este de Europa o Latinoamérica con dos o más hijos que llegan a València solicitando protección internacional. Esta preocupación por las familias también se observa en el aumento en un 36% de las acciones de asesoramiento, búsqueda de empleo y vivienda, talleres de formación o gestión de prestaciones del programa Escuela Familia que el año pasado realizó 7.500 actuaciones.