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Descubren los pebeteros del funeral de Blasco Ibáñez

Un aficionado a la historia, autor de los libros «Valencia insólita», los redescubrió la pasada semana en la capilla del Cementerio General

Los pebeteros, junto al féretro de Blasco Ibáñez en su funeral. levante-emv

València es una ciudad cargada de historia. Podemos encontrar vestigios de su pasado en lugares de visita casi obligada, como los museos, en templos religiosos o incluso en colecciones privadas o paseando por sus calles, pero, en ocasiones y por casualidad, como suelen suceder este tipo de cosas, se descubren o se redescubren elementos que, aún estando ahí, a la vista, pasan desapercibidos para todo el mundo, a pesar de que formaron parte de episodios de gran relevancia para la historia pasada o reciente de la capital del Turia.

Uno de estos elementos fue el que encontró hace unos días Roberto Tortosa. Este aficionado a la historia, y autor de las dos ediciones de los libros «Valencia insólita», se acercó a la capilla del Cementerio General para hacer una publicación en su blog sobre la Virgen, de cara a la celebración de la Semana Santa. Pero, cuando estaba allí tomando fotografías, una vez acabada la ceremonia religiosa, un hombre de avanzada edad se dirigió a él y le dijo si sabía que ahí, en su encuadre, aparecían los pebeteros que se usaron durante el funeral en València de Vicente Blasco Ibáñez y que están adornados con el escudo de València : «En ese momento no le presté demasiada atención», reconoce. Tortosa, que lamenta que nunca supo el nombre de aquel señor, recuerda que le dijo que su abuelo, «ferviente seguidor de las ideas republicanas de Blasco», había asistido en 1933 a aquella multitudinaria procesión cívica en la que fueron trasladados los restos del escritor.

Posteriormente, Tortosa se puso a investigar, acudió al archivo histórico y a diversas fuentes gráficas y pudo comprobar que, efectivamente, esos pebeteros, que él había fotografiado, y que están allí sin ningún tipo de mención en la capilla, fueron un elemento central de uno de los funerales más masivos e importantes de la historia de València.

Vicente Blasco Ibáñez murió el 28 de enero de 1928 en la localidad francesa de Mentón, pero el 29 de octubre de 1933, ya en plena II República, y cumpliendo con su deseo expresado en 1921 en su última visita a la ciudad, sus restos fueron trasladados al Cementerio General de València. «Quiero descansar en el más modesto cementerio valenciano, junto al Mare Nostrum que llenó de idea mi espíritu», había dicho el escritor.

Aquel día una procesión cívica llenó las calles de València para acompañar a sus restos mortales, que habían sido trasladados desde Francia por el acorazado Jaime I. La marcha la encabezaba el presidente del gobierno de la República, Niceto Alcalá Zamora, y muchas personalidades, entre las que se encontraban Alejandro Lerroux y Francesc Macià. Y su féretro fue portado por los pescadores del Grau y miembros del partido que él mismo había fundado.

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