Bajó sin inclinarse (como mandan los cánones), serpenteó por callejuelas de la ciudad, provocó la curiosidad de los turistas que por allí pasaban y llegó tan pronto a la Catedral, que tuvo que hacer cola y esperar a que acabara un oficio religioso ordinario. Pero, finalmente, la nueva «senyera» del Colegio del Arte Mayor de la Seda entró en la Seo para recibir la bendición, el último paso que le quedaba para validarse moralmente. Y a partir de ahora, será la enseña que saldrá en procesión cuando la ocasión lo requiera. Se estrenará el próximo mes con la procesión general de la Virgen y también lo hará, por ejemplo, el día de San Jerónimo. Ayer era Sant Jordi y fue la fecha indicada para que la nueva creación se validara en el imaginario de las entidades participantes en la particular fiesta, que rememoraba la que existía hace más de tres siglos y que fue abolida con el Decreto de Nueva Planta.

Esta senyera, para entendernos, es una réplica de las «trillizas» confeccionadas en 1928. Una de ellas es la original del Colegio del Arte Mayor, recientemente restaurada y de la que ya han dicho que debe permanecer en horizontal, protegida y sin volver a salir a la calle nunca más. Otra está en el Museo Blasco Ibáñez y es la que cubrió el féretro del novelista y la otra es la que desfila todos los años en la procesión del 9 d'Octubre. La que ayer descendió por un balcón del Museo es una nueva creación, que se ha tratado de reproducir con la máxima fidelidad. Siguiendo la tradición familiar, la ha realizado el taller de Jaime Guillem, el «maestro de la costura» televisivo, pero realmente el heredero por quinta generación de Angelita Suay. Una obra realizada con tisú de oro y tafetán de seda, de los telares de Vives y Marí.

Custodiada por los Cavallers del Centenar de la Ploma, que llevaban la reliquia de Sant Jordi (una partícula de hueso) incrustada en un icono y la Cofradía de Sant Jeroni junto con algunas entidades ciudadanas y representantes de Ciudadanos y PP. La enseña entró en la catedral, lo que aprovechó el ayudante del obispo auxiliar Esteban Escudero, para reclamar el regreso de la hermana mayor, la municipal, en el Te Deum de 9 d'octubre. Escudero le dio a la bandera de la Comunitat Valenciana un carácter católico. Dijo de ella que es «un símbolo de convivencia. No es un objeto religioso, pero sí que es cívico. Une a los valencianos y recuerda el origen del Reino de València fundamentado en tres pilares: la cultura, la fe y la política». Y siguiendo la costumbre del cardenal Antonio Cañizares, de parafrasear hechos históricos a la actualidad. «La senyera nos hace volver a nuestra raices culturales y religiosas para enfrentarnos con quienes quieren destruir las raíces de la fe cristiana». El Himno de la Coronación remató el acto.