Si tan valiosas son las Rocas del Corpus, lo normal es que no fueran sometidas, año tras año, a los rigores que suponen arrastrarlas cada año por calles estrechas. Incluso habiendo eliminado el tiro y arrastre. Lo cierto es que, bajo ese prisma, los carros serían el único elemento «valioso» de las grandes fiestas de la ciudad que sigue corriendo riesgos cada año con sus salidas al exterior. La imagen original de la Virgen sale una vez cada muchas décadas de su camarín y las imágenes de la Semana Santa tienen copias para procesional. Hace ya más de veinte años se planteaba la construcción de facsímiles que llevar tanto a la procesión como para la exhibición el sábado por la tarde. Sin embargo, aquel proyecto no fraguó nunca por el elevado coste (según se mire lo de «elevado») que supondría calcar los carros y construirlos con material moderno, dejando las originales como pieza museística. El problema sería, obviamente, el elevado coste de la construcción de las mismas (salvo las más modernas), que tendrían que pasar el año en algún almacén municipal. Gil Manuel Hernández cree que «es más factible hacer una restauración completa y evitar que haya imprudencias o imprevistos».
