Las obras de la valla «antibotellón» de Tarongers avanzan a buen ritmo en el entorno de la universidad. El pasado mes de julio empezaron unas reformas, que se alargarán hasta marzo de 2020, con las que la Universitat de València tiene el objetivo de cerrar el campus de Tarongers, uno de los enclaves del botellón en el norte de la ciudad. El centro universitario no recibió la autorización hasta hace seis meses después de siete años de negociaciones con el consistorio. Asimismo, el plazo de ejecución de la obra de los 4,1 kilómetros de valla que cerrará el campus de Tarongers tiene 11 meses y tiene un precio de licitación que ronda los 3.271.872,79 euros, impuestos incluidos. La nueva construcción tendrá una altura de 2,8 metros y consumirá 115 toneladas de acero en pletinas galvanizadas.

Asimismo, la Universitat, que llevaba siete años persiguiendo la mencionada obra, tenía «la necesidad de aislar» este campus «para evitar que fuera del horario docente se convierta en un espacio urbano marginal con el consecuente quebranto del espacio público y pérdida de seguridad». Es decir, el objetivo es evitar que los jóvenes se pongan a hacer botellón, una costumbre que ha cogido fuerza en la zona debido a la proximidad de locales de ocio nocturno de San José y la plaza Honduras.

Precisamente, hace unos días, la portavoz del Grupo Popular en el Ayuntamiento de València, María José Catalá, proponía a Joan Ribó que «planificara un operativo para evitar que se extienda por la ciudad el consumo de alcohol en la vía pública, el conocido popularmente como el botellón». También apuntó que el gobierno municipal «tiene pendiente» la aprobación de una Ordenanza de Civismo.