La noche de Halloween está plenamente consolidada en la ciudad de València, que vivió esta costumbre importada con diferentes fórmulas, todas caracterizadas por una misma razón de ser: disfrazarse y dejar pasar las horas de la noche. Una tematización que sirve como telón de fondo, pero que obligó a las fuerzas de seguridad a permanecer alertas durante toda la madrugada. Porque se trata de una fiesta que, en su versión callejera, está caracterizada por el consumo de alcohol.

Anoche se combinaron las fiestas en museos o espacios públicos cerrados para la ocasión. Junto a éstos, los casales falleros (previamente, por la tarde, había sido en los colegios). También en lugares de ocio y discotecas, que utilizan los espectros como simple argumento para continuar la fiesta de todos los fines de semana. O las crecientes salas de habitaciones de escape, la última adquisición de estos días. No faltaron los que aprovecharon la noche para asistir a la visita a los lugares misteriosos de la ciudad, que se organizan todo el año pero que en esta ocasión era pintiparado.

Pero la preocupación estaba sobre todo en la calle y en lo que pudiera ir pasando a lo largo de la noche, cuando los más prudentes se retiraran ya. El dispositivo especial de vigilancia de la Policía Local de València para la noche de Halloween fue el más numeroso de los últimos años, pero también el más discreto. Los agentes establecieron numerosos controles policiales para la noche de Halloween por toda la ciudad. Tanto, que hasta bien entrada la noche apenas era detectable. La ciudad no estaba blindada, sino que se iría actuando conforme pasara la noche.

En lugares de importancia estratégica, como la plaza del Carmen, la tranquilidad era la nota dominante hasta bien avanzada la noche, por lo que la preocupación no era que la ciudadanía que salía a la calle a horas normales pudiera tener problemas, sino que se cometieran excesos bien entrada la noche. La gran novedad fue la incorporación de la Unidad Canina para detectar el consumo de estupefacientes, y que recorrió la ciudad de forma discrecional.

Llegó para quedarse

Halloween llegó para quedarse sí o sí, sin dar la más mínima concesión a las tradiciones autóctonas. Es mucho más sencillo, o sugerente, apelar a los disfraces clásicos. Diez fueron las zonas de especial vigilancia, en las que se iban a establecer controles, con especial preocupación para las zonas ZAS, donde a partir de la medianoche no se permitirían los excesos.

Hasta la Generalitat se sumó solicitando precaución para los más pequeños, especialmente en los posibles paseos para pedir dulces, situación en la que aconsejaban ir en grupos y acompañados y hacerlo en calles bien iluminadas. El «truco o trato» se multiplicó especialmente en las zonas donde había casales falleros, uno de los espacios naturales para esta fiesta, recorriendo las calles del barrio en una particular «replegà».

Con innumerables fallas celebrando fiestas de disfraces, ésta también se convirtió en fiesta temática en los habituales lugares de ocio para los jóvenes. Hoy será el momento de hacer recuento de una de las noches verdaderamente largas del año.