La de Moncayo es una calle malograda. Se entra por San Vicente Mártir y concluye taponada por la finca Iturbi, la que da a las vías del tren. A partir de ahora será la vía de acceso a una obra de caridad. Para que personas sin hogar tengan la oportunidad de dormir, cenar, desayunar, ducharse y cambiarse de ropa con cierta dignidad. Será la entrada al local de acogida que ha puesto en marcha Caritas Diocesana y que sustituye al piso de que disponían hasta ahora. Treinta personas (ampliable si es necesario) podrán acceder al mismo cada noche y aquellos que no quieran pernoctar sí que tendrán un servicio ambulatorio de ducha y vestuario.

Ocupa los terrenos de un antiguo bar que daba servicio a un frontón, que todavía se conserva. A partir de ya y hasta el mes de marzo (cuando empiecen a remontar las temperaturas) será el espacio de acogida. Es el resultado de la adquisición del inmueble por parte de la parroquia de San Esteban y de, tal como reconocía Ignacio Grande, director de Cáritas València, «la aportación de muchas personas, empresas e instituciones. Nada habría sido posible sin los muebles o los electrodomésticos. O los planos de la reforma, o los materiales o el coste mismo de la obra», que nada tienen que ver con los precios de mercado. Agua caliente, calefacción y olor a limpio. Sábanas blancas, mantas precintadas, armarios con repuestos y una cocina-office donde se servirán comidas y desayunos por medio de un catering. «Era una necesidad de la ciudad». Los dormitorios son pequeñas unidades para preservar la intimidad en grupos de hasta cinco camas.

La instalación forma parte de la red de espacios que tienen convenio con el ayuntamiento de València (este año se abonaron casi 57.000 euros a Cáritas como subvención) para disponer de espacios donde atender a personas necesitadas.

El vecindario «muy tolerante»

En concreto, en este caso será un centro casi universal. Ignacio Grande aseguró que es un centro «de baja exigencia». Es decir, con pocos requisitos para acceder al mismo. También aseguró que cuentan con la comprensión de los vecinos de la finca de la calle Almudaina «que se han mostrado muy colaborativos y no han puesto impedimentos. Han dado un ejemplo de respeto y tolerancia». De hecho, la entrada al albergue por esa calle será la destinada a servicios (catering, lavandería, personal...) mientras que los huéspedes lo harán por la calle Moncayo. En un almacén se quedarían, en principio, los animales domésticos y carros de enseres. La intención de Cáritas sería «poder darle continuidad durante todo el año, no sólo para la Campaña del Frío».

El cardenal Antonio Cañizares se encargó de bendecir el local, recordando que «Jesucristo también era un sintecho, que nació en un establo, sin casa. No a la intemperie, pero casi casi». Por eso pidió que «sea un hogar de verdad y se atienda a todo hijo de buena madre. Hay que volcarse sobre los endebles» y aventuró que con la puesta en marcha de este refugio «nace de verdad la Navidad».