Posiblemente, San Vicente (Mártir) se haya celebrado por última vez el 22 de enero. Sólo el tiempo dirá si el acuerdo para su traslado a domingo se materializa en los próximos doce meses. La jornada de ayer fue un medidor de lo que supone la festividad en la actualidad. En esta edición de 2020 estaba en el lugar más pelma de la semana: miércoles. En mitad de la nada. Un «break» que no salvó ni a los que trabajan en polígonos comarcales ni a los niños que estudian en poblaciones.

A efectos de participación y a efectos de vacación, la pésima meteorología jugó en contra. Gente que, en otras condiciones, habría salido a la calle, prefirió quedarse en casa. Y mucha otra, que posiblemente habría abandonado la ciudad, también optó por cerrar filas

La fotografía del festejo es la que es. ¿Tiene público el patrón de la ciudad? Claro que tiene. ¿Suficiente para la que debería ser fiesta grande? Claro que no. Cuando acabó la misa había varios cientos de personas esperando para hacer la corta procesión de la imagen.

Pero si se dice que la Cabalgata de las Magas tuvo mucho más público, puede ser doloroso para el creyente. Pero es verdad.

A cambio, si se dice que el día de San Vicente Ferrer, lunes de puente, hay muchísima más gente, también es verdad y duele menos.

Con un tiempo más agradecido, habría salido más gente a la calle, pero hay una realidad incontestable: el diácono no tiene un tejido social que lo sostenga masivamente. Tampoco lo tiene la Virgen de los Desamparados pero ni falta que le hace para desbordar el fervor. Y aunque los colectivos martiriales ?los «vicentinos» son los de Ferrer? se niegan en redondo al cambio, éste parece irreversible. El tiempo dirá si para mejor o para peor.

Ayer, la imagen del patrón de la ciudad pudo salir a la calle porque el tiempo le respetó. Tras la misa en la Catedral recorrió sus lugares ?aquellos que formaron parte de su cautiverio? y con eso quedó cumplido su día de precepto.

En la Misa, el cardenal Cañizares no se refirió a este tema. A la máxima autoridad eclesiástica de la ciudad se le notaba ayer fatigado pero hay que saberle leer entre líneas. En su habitual comparación con la festividad de turno y «el tiempo que vivimos», se esperaba alguna alusión a la cuestión del «pin parental». No lo hizo, pero no es casualidad, seguro, que equiparara dos cuestiones clave: «la Iglesia proclama la cultura de la vida y la defensa del derecho de la vida y de la educación y libertad de enseñanza».

Ya se había despachado a gusto el día anterior, cuando aseguró que «es a los padres a quienes corresponde la misión de educar a los hijos. Y si no es así todavía no hemos salido de los gulags soviéticos, de la cultura comunista».

El cambio de fecha no es una cuestión cualquiera y el gobierno municipal y la oposición se mueven en una banda más tenue que en otros aspectos. Pero una vez sobre el tapete, resulta llamativo que todos repitan la palabra «consenso». Pero con diferente visión.

El concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, no pisó el templo, pero sí que estuvo en algunos de los eventos de la jornada. Y al respecto aseguró que «llevamos años en conversaciones con el arzobispado para generar un consenso amplio en torno al traslado, como de manera innegablemente positiva ha pasado a lo largo de la historia con celebraciones como la Mare de Déu o el Corpus». ¿Cuales serían los aspectos positivos? «Las celebraciones, a día de hoy, se ven menguadas. Miles de personas de otras localidades cercanas que por ser día laborable no pueden disfrutar de la festividad. Realizar los actos de Sant Vicent Mártir en domingo supondría también ganar un día festivo que podría ser utilizado en Fallas, favoreciendo así tanto una la conciliación entre los vecinos y vecinas como la propia participación del colectivo fallero».

«Reforzaríamos el apoyo»

Fuset aseguró que no sería a cambio de nada. «De aprobarse el traslado, mantendríamos y reforzaríamos el apoyo a las festividades, como el bautizo de Sant Vicent Ferrer, un camino ya iniciado estos años con la edición de material divulgativo dels Bults de Sant Esteve. Me alegro que las posiciones de Arzobispado y Ayuntamiento puedan ser tan coincidentes».

«No sé por qué tiene tanto interés el señor alcalde en cambiar la fecha si luego no va a aparecer» replicó, sobre el tema, María José Catalá. La líder del PP aprovechó para criticar la ausencia de Joan Ribó. «Le era más interesante acudir a Fitur, cuando puede ir y entrevistarse hoy, que estar con su pueblo». Y calificó su ausencia de «una huida. Y no podemos construir un futuro si no conocemos la historia y la cultura».

¿Qué haría el PP con la fecha? «Si no hay un acuerdo global, el patrón merece que respetemos el día de su fiesta. Pero sólo podemos hablar de eso si existe ese consenso. Con los vicentinos y con el arzobispado».

En términos parecidos habló Fernando Giner, líder de Ciudadanos. «Lo que no hace Ribó lo tenemos que hacer los valencianos. Yo le recordaría que el el patrón de València está en una columnata de Belén. Deberíamos estar orgullosos de un patrón como San Vicente. Lo que no se conoce, no se puede valorar, apreciar y defender». Del cambio, conciso: «El alcalde debe sentarse y dialogar. Los vicentinos deben dar su opinión. Si hay consenso, lo apoyaremos».