Uno de esos personajes que sólo pueden asociarse al barrio en el que vivió toda su vida y al que el virus ha arrebatado demasiado rápidamente, dejando huérfano al Grao. «El virus nos ha pegado en el corazón de la cofradía» aseguraban ayer. Jesús Fernández era un hombre del barrio portuario, del pueblo. De Vilanova del Grao. A su tienda iban a parar todos los pescadores de caña, sedal, plomo y paciencia a comprar los cebos con los que sacar, o intentar sacar, pieza en las aguas del puerto. Todos, sí o sí, pasarían por su tienda para adquirir la mesura de gusanos con la esperanza de, esta vez sí, poder contestar con un lacónico «si» al que se acercara con el recurrente «¿Qué? ¿Pican o no pican?».

«La Virgen le ha llamado». Era la forma de recordarle como consuelo y fe. Porque fue uno de los refundadores de la Cofradía de Granaderos de la Dolorosa del Grao. Un soldado de la Virgen. Tras vivir la Semana Santa Marinera con el Cristo del Grao creyó y se embarcó en el nuevo proyecto de la Dolorosa, allá por el año 1988, cuando un grupo de vecinos rescató del olvido una asociación decimonónica que había desfilado décadas atrás con la Virgen por las calles del barrio. Jesús el Cañero, y José María Catalá, Eleuterio Llona, Salvador Belenguer, Gloria Dublinos o el propio José Orero.

«Hasta hace muy poco seguíamos yendo a su domicilio, en la avenida del Puerto, desde donde salía la bandera». También, hasta que tuvieron sede, era su casa el lugar de esparcimiento, de la 'picaeta' al acabar los ejercicios procesionales. También en uno de sus almacenes se guardaba el anda, antes de ser adornada profusa y ricamente para componer una de las imágenes más espectaculares de la pasión marinera.

Tenía 82 años. El día 30 cumplía 83. Empujó el anda «hasta hace muy poco», hasta que la salud se lo permitió. Ahora, más vulnerable, no pudo derrotar al virus. Coincidiendo en el tiempo cuando su Dolorosa habría tenido que salir nuevamente a las calles y hacerlo este año, además, acompañado por mujeres por primera vez en la historia de la Semana Santa Marinera «Era un hombre muy querido en la cofradía, pero también en el barrio» asegura Orero. Ayer, en el libro de condolencias virtual, se mezclaban miembros de otras asociaciones semanasanteras y agrupaciones musicales habituales en la fiesta.

Despedida, pero legado. Su hija Maribel, clavariesa y personaje. Y su nieta es Carla, la verdadera reina de la cofradía, la más especial, que va a ser granadera, una de las van a ser, iban a ser, una de esas pioneras en la ciudad. Este año, en el corazón. En 2021, en la calle, recordando a su abuelo. Jesús, el Cañero.