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De la festa, la vespra

La de Corpus Christi, una procesión evangelizadora y política

La de Corpus Christi, una procesión evangelizadora y política

La sociedad medieval era en su inmensa mayoría analfabeta, sólo se sabía leer y escribir, por lo general, en los conventos y casas de alta alcurnia donde los frailes enseñaban a los fámulos las reglas básicas. A mayor abundamiento, al pueblo llano no le era permitido por la Iglesia leer las Sagradas Escrituras y mucho menos interpretarlas. Reliquia de esa inaccesibilidad a la Biblia, a lo religioso, ha sido la pervivencia del latín como idioma en Misas y ritos litúrgicos hasta hace pocos años. Aunque la gente no entendiera nada, había que hacerlo todo en latín, quedaba más mistérico y enigmático.

Aquel la regla –nulla regula, sine exceptione- tuvo una importante y brillante excepción en el siglo XV, sor Isabel de Villena, abadesa de la Trinitat, nuestra mujer literata clásica, contó en Lengua Valenciana la vida de Jesús de manera deliciosa, aunque la tituló en latín, «Vita Christi», a manera de un largo y detallado cuento muy inteligible y tierno. Anteriormente, en el siglo XIV, para quienes no sabían leer surgió la solemnial e general processó de Copus, que es todo un audiovisual de la Biblia, de su apretada síntesis, la Historia de la Salvación del género humano.

Josep Teixidor testimonia que en ese contexto de inaccesibilidad a lo bíblico por parte de la Iglesia oficial el Consell de la Ciutat ideó en 1355 un conglomerado de procesión de Corpus de acuerdo a nuestros históricos gustos barrocos y mediterráneos, llenos de cosas, elementos, personajes y colores, algo consustancial desde tiempo inmemorial con nuestra antropología. Lo refiere así: «Para que esta Procession fuesse lucidissima procuró la Ciudad, que en ella fuesen varios personajes vestidos de trages que repressentassen aquellos misterios de la Ley antigua que fueron sombra i figura del mysterio de la Eucharistia, para que el Pueblo que los ignora, tuviesse motivo de preguntar su significado, i se excitasse a la mayor devoción de tan soberano misterio».

Fue instituida pues una procesión didáctica, pedagógica, plástica, descriptiva y evangelizadora, tras cuyo decurso, en palabras del gran biblista que tenemos en Valencia, el profesor Vicente Collado Bertomeu, contemplada bien, detalladamente, con atención, «nadie puede quedar indiferente». Es una sucesión de escenas, estampas, simbolismos, metáforas, imágenes y representaciones de las que el historiador Vicente Castell Maiques reseñaría como «poema teofórico en honor a la Eucaristía, Jesús Sacramentado».

València salvó así desde un primer momento en la procesión de Corpus Christi el rigor –un rigor mortis- y corsé que estamento eclesiástico oficial medieval impuso incomprensiblemente sobre la tierna Historia de Amor de Dios con su pueblo, la Biblia.

El Consell de la Ciutat, mitad monjes, mitad soldados, aprovechó la situación y ya que cargó con los gastos de la procesión a instancias o negociación del obispo Huc de Fenollet quiso sacar rédito político a la operación y logró que el contenido procesional fuera más vetero que neotestamentaria. El historiador Francisco Roca Traver afirma que fue una maniobra más «congraciarse con los judíos», fieles del Antiguo Testamento. Había que rebajar y superar tensiones entre cristianos y judíos. El poder civil fue más respetuoso con los judíos que el poder eclesiástico, éste a pesar de la Constituio pro iudaeis del papa Inocencio III, quien llamaba a la protección de los judíos, a no obligarles a bautizarse y a no provocar ninguna acción violenta en su contra. Ya lo advertía el Consell de la Ciutat, defensor de la paz ciudadana en el totum revolutum entre judíos, cristianos y musulmanes, e hizo constar en una de sus sesiones del año 1393, «E fer a ells mal o dany, e senyaladament en la dita manera d´esvaïment, mort e robament, era cosa reprobada e vedada per leys de Déu e dels princeps terrenals, e cosa mollt perillosa e scandalosa a tota la cosa publica, e per consegüent punidora greument e terrible castich dels malfeytors e terror e exemple dels presents e desl esvenidors».

Los bandos

En su llamada a la vecindad cristiana a las procesiones los bandos o cridaes que hizo fueron firmemente invitatorios, mezcla de teología y normas administrativas. «De part dels honrats Justicies jurats e prohomens de la Ciutat de Valencia a tuyt en general… per lo señor Huch… bisbe de Valencia… es stat statuit e ordenat que cascun any en el dia de la festa del Corpus cristi a honor e reverencia de Jesucrist e del seu precios cors una general e solemnial proceso per la Ciutat sia feta… ab mayor solemnitat e honor e ab deguda reverencia, lo nom de Jesucrist sia loat… per retre lahors a nostre Senyor Deu tot poderos e per acompañar seguir e servir si a ell plaura lo molt sant e precios cors de nostre señor Deu Jesucrist, lo cual será portat per lo dit señor bisbe en la dita proceso a honor e lahor e reverencia del qual será feta en lo dit dia festa…»

Los Jurados de la ciudad tras explicar el motivo de la procesión ordenaba «a tots los habitants e frontalers dels carerrs damunt declarats que al dia dessus dit per lo mati en reuerencia de deu e honor de la dita proceso haien nedejats ordenats e apparelats los dits carrers cascu en sa partida, de bells draps, e rams verts, e flors e altres apparellaments». Es decir, dictaba disposiciones administrativas con el fin de que además del fondo, se acompañara con formas el acontecimiento, pues la del Corpus no era una procesión cualquiera, sino la más grande y solemne de todas, la festa grossa de la ciutat.

En cuanto a la organización del cortejo, los munícipes establecían que «homens e dones de qualsevol edad, condicio o estament sien quel dia desus dit per lo mati quant sonara lo seny major de la dita seu ajustats a la dita seu ab lurs ciris per seguir la dita proceso ordenadament e honesta e per acompañar deuotament lo sant precios cors de Jesucrist…»

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