Uno de los más espectaculares ballets de la naturaleza del Parque Natural de la Albufera se produce estos días con la llegada de miles de ejemplares de «picatort», una de las aves recuperadas en el acuífero valenciano en los últimos diez años y que se interpreta como una señal del buen, aceptable, correcto, estado de las aguas de la laguna. Estos vuelos constituyen un verdadero espectáculo del mundo natural, con la particularidad de poder verse muy cerca de la ciudad.

El morito común había desaparecido del hábitat valenciano hasta que fue detectado nuevamente en el año 2011. En aquella ocasión, unos pocos ejemplares fueron vistos incluso anidando en sus aguas. Desde entonces, la presencia ha ido creciendo y, en la actualidad, registran ya una población más que numerosa, tanto estables como itinerantes.

Es todo un espectáculo «porque se cuentan por miles». El periodista Daniel Segarra lleva contemplando aves desde hace años desde un lugar de residencia tan privilegiado como la propia Albufera. «Además, al ser de tonalidad oscura, verlos volando juntos impresiona». Sobre todo, sobre cielos grises o azules. Y si coinciden con garzas blancas, más aún. «Estamos en el mejor momento del año para contemplar bandadas y la verdad es que es un privilegio tenerlo tan cerca de la ciudad».

Miles de 'picatorts' llenan con su ballet el cielo de l’Albufera

Miles de 'picatorts' llenan con su ballet el cielo de l’Albufera Germán Caballero

En el arrozal y la laguna encuentran alimento abundante, pues su dieta se compone de invertebrados, moluscos y reptiles. El cangrejo rojo presente en l’Albufera pasa a convertirse en víctima propiciatoria junto con los insectos de los campos de cultivo. Que acudan ahora en gran número y los devoren «no puede ser mala noticia porque el cangrejo americano no deja de ser una especie invasora que juega en contra de las especies autóctonas». Se trata de una especie que baja desde zonas más frías y que, en teoría, debería bajar hasta África «pero cada vez, por el cambio climático, se quedan más al norte, en humedales como la Albufera».

El propio catálogo de aves de la Generalitat Valenciana destaca que tiene una «población que crece fuertemente año tras año. Durante el invierno forma grandes grupos, compuestos principalmente por aves de origen francés, que se alimentan en arrozales de cangrejo rojo americano. En menor medida también consume pequeños peces, insectos, moluscos y anfibios en aguas someras y dulces, como son los arrozales».

En vuelo son reconocibles por la forma característica del pico, curvado, como corresponde por formar parte de la familia de los ibis -uno de los animales sagrados del Antiguo Egipto-. Su llegada al sistema lacustre solo ha podido producirse después de una mejora de las aguas. De hecho, la recuperación de este ave fue mayor previamente en otros sistemas como las marismas del Guadalquivir o el Delta del Ebro. En la Albufera se encuentra como en un hotel de cinco estrellas «porque no tiene depredadores naturales». Como mucho, alguna escopeta indecente puede acabar con algún ejemplar. Harto inútil porque ni es trofeo «ni es comestible».