Con lágrimas en los ojos y mirada al cielo, Rafa Martínez dedica la victoria de su caballo ‘Xaloc’ a su padre, Rafa Martínez Ortega, fallecido a los 71 años el pasado mes de febrero. «Es una promesa que le hice antes de que se fuera y la he cumplido», confiesa emocionado tras descabalgar con el abductor todavía dolorido. Por poco se tiene que retirar antes de tiempo al sufrir un enganchón, pero no era el día, debía cumplir su promesa de proclamarse campeón de las «Corregudes de Joies» de Pinedo 2022, como ya hiciera en el año 2019, último año en el que se celebraron estas tradicionales carreras de caballo, a pelo y sobre la arena de la playa, con más de 160 años de historia.

Rafa Martínez, junto a sus
hijas a lomos de ‘Xaloc’, le
dedica la victoria a su padre   
mirando al cielo.  eduardo ripoll

Rafa Martínez, junto a sus hijas a lomos de ‘Xaloc’, le dedica la victoria a su padre mirando al cielo. eduardo ripoll Ignacio cabanes. València

Después de tres años de paréntesis por la pandemia, la playa de Pinedo se llenó ayer en el último día de estas emocionantes carreras para vibrar con cada galopada de los equinos. Pese a no ser agosto, el sol y las ganas acumuladas de estos tres años sin ‘joies’ hicieron que el día grande, donde la suma de las últimas victorias determina al caballo ganador, congregara a centenares de personas a ambos lados de la rudimentaria pista de carreras a orillas del mar Mediterráneo.

Sin apenas reglas y con un sistema de competición muy básico, carreras de uno contra uno en la arena a lomos del caballo, de una distancia de 500 metros aproximados –no está definida ni la salida ni tan siquiera la meta–, gana el que más victorias acumule a lo largo de esos tres días  (cada caballo suele correr dos por día). Así funcionan estas carreras donde jinete y animal se funden en uno, sin monturas ni espuelas, sintiendo las pulsaciones de uno y otro a la par.

Pero la laxitud en estos duelos, cuyos enfrentamientos decide segundos antes de salir «un señor con sombrero de paja» –Julián Alagarda, vicepresidente de la Asociación de Corregudes de Joies– no resta ni un ápice de emoción a las carreras. De hecho, según explica, trata que en las carreras (ayer se corrieron doce) los caballos sean lo más parejos posibles para que esté más igualado, aunque es complicado y siempre hay piques de por qué contra éste y no contra aquel.

«Yo me enfrento contra el que sea, ¿quién quiere?», reta Rafa en su última carrera a lomos de ‘Xaloc’. antes de protagonizar una remontada final a galope saliendo muy por detrás del otro caballo. Su gran rival para elegir ‘joia’ –pañuelo de seda que se entrega a todos los participantes–, y ganador en ediciones anteriores, la yegua ‘Diva’, se lesionó el viernes y ayer no pudo competir, esfumándose todas sus opciones para el podio, que completaron ‘Sol’, con cinco victorias de seis carreras, de Pablo Torrentí, y ‘Lluvia’, con Vera Piquer como amazona.

Corregudes de Joies en Pinedo

Corregudes de Joies en Pinedo Moisés Domínguez

Los dos caballos ganadores, ambos de raza hispano-árabe, pertenecen a la cuadra el Torrentí, del Perellonet. Atrás han quedado aquellos caballos más pesados que eran utilizados en labores agrícolas, pioneros de esta traición que se ha transmitido de generación en generación y que cada vez atrae a más gente. Ejemplo de ello es Juliana, una alemana que ha competido por primera vez en las «Corregudes de Joies» junto a su caballo ‘Final Feliz’. «Tenía muchas ganas de participar desde hace tiempo y llevo dos meses entrenándolo, y aunque le cuesta arrancar hemos disfrutado, que es lo importante», reconoce la amazona alemana asumiendo las limitaciones de su animal, quizás el más bello y con diferencia el de mayor tamaño de los que competían, pero entrenado para otro tipo de competiciones, en su caso, salto.

Cada vez más amazonas

Pero dejando a un lado las rivalidades y piques para intentar ganar al adversario –no se engañen, aquí todo el mundo quiere que su caballo sea el más rápido aunque el premio simplemente sea tener preferencia a la hora de elegir la ‘joia’– lo más importante, según reconoce Vera Piquer es competir y seguir con esta tradición familiar que pasa de padres a hijos, «para que nunca se pierda». Su padre, José Piquer, que lleva desde los nueve años corriendo en estas carreras –con nueve ya ganó también montando a pelo en Paiporta– espera que sus hijas sigan sus pasos, «que me quiero jubilar ya», reconoce. «Aquí tienes a la futura campeona», señalando a la pequeña Sonia, de once, que de momento tiene que conformarse con un pequeño caballo fuera de competición. Tanto ella como otras amazonas como Noelia, prima de las anteriores, con su caballo Ícaro, ponen de relieve otra realidad, la cada vez mayor paridad de género en esta tradición que aúna deporte, cultura y pura adrenalina bajo el sonido de la dolçaina y el tabalet.