Los maceteros se convierten en basureros en Russafa en el sábado grande de las Fallas

El centro de la ciudad colapsa ante la falta de papeleras y contenedores que asuman los residuos que se generan en los puestos de comida ambulante y los botellones

Amparo Soria

Amparo Soria

"Se lo debieron pasar bien anoche". Es la frase de una mujer de mediana edad que paseaba esta mañana por la calle Cuba de València, con su hijo y su pareja, visitando fallas y rodeados por una suciedad como hacía tiempo que no se veía. Botellas de cristal, latas, envases de comida, recipientes de patatas fritas y hamburguesas, vasos de plástico y cajas de petardos ocupaban esta mañana las calles de Russafa, y convivían con los visitantes más madrugadores que se acercaban a ver los monumentos de Cuba-Literato Azorín y Sueca-Literato Azorín.

Los servicios de limpieza que trabajaban esta mañana no daban a basto. A las 10 de la mañana todavía había maceteros a rebosar de residuos, como se vieron anoche, con papeleras absolutamente desbordadas ante la cantidad de basura generada y derivada del incivismo de los visitantes a este céntrico barrio de la ciudad. Una estampa compartida con El Carmen, la Roqueta, el Eixample y Sant Francesc, los barrios céntricos que atraen al grueso de los turistas y gente que sale de noche en Fallas.

Ante la saturación de los locales de restauración, llenos hasta la bandera en la noche cumbre de las Fallas de 2023, la alternativa culinaria para muchos de los transeuntes fue comer en estas 'food trucks' que han colonizado las calles en torno a Convento Jerusalén y las fallas de Literato Azorín. Ya no solo va de churrerías: hamburgueserías y coctelerías son las últimas en hacer negocio del colapso de los restaurantes convencionales. Sin embargo, estos puestos de comida no siempre tienen habilitados contenedores que recojan los envases en los que se dispensa la comida, y ayer quedó patente: las papeleras municipales se desbordaban, los maceteros ornamentales asumieron el rol y en las aceras y paredes se acumulaban residuos de todo tipo.

Además se suma los escasos urinarios portátiles instalados en estas zonas urbanas. Así que, junto a la basura y el alcohol de los botellones, la orina es el tercer elemento que ensucia las calles del centro en los puntos neurálgicos de la fiesta, y las máquinas de limpieza no tienen tiempo de limpiar todo el desastre antes de que vuelva a comenzar.

La Roqueta y la discoteca continua

Precisamente, el presidente de la Asociación de Vecinos de la Roqueta, Miguel Sánchez, reconoce que la asistencia masiva de personas durante este fin de semana ha convertido el problema puntual del barrio, el de las molestias que causa la discoteca Indiana, en algo generalizado, pues la discoteca es toda la calle. Esta zona, con gran arraigo fallero, ha sido una de las que más afluencia ha tenido precisamente por estar Convento Jerusalén, y Sánchez pide comprensión porque son "unos días grandes al año": "Al ser fin de semana, con festivo el lunes en Madrid y con opciones de trenes muy baratos, la asistencia se ha incrementado", señala Sánchez.

En este sentido, la suciedad que se ha visto en la calle no es cuestión "de poner más papeleras", sino del "incivismo" de la gente.