Tecnología para el 'delivery'
Así funcionan los robots que pueden revolucionar la comida a domicilio
Remy Robotics crea unas máquinas que cocinan, en cuestión de segundos, platos preparados por chefs profesionales en cuestión de segundos, acortando los tiempos de espera en el reparto y asegurando la calidad
Ferran Imedio
Si el mundo de la gastronomía ha vivido una revolución silenciosa con la llegada de las 'dark kitchen', esos espacios anónimos donde igual se cocina para un restaurante que, sobre todo, para firmas de 'delivery', la entrada en escena de Remy Robotics y sus robots puede suponer una nueva vuelta de tuerca al mundo de la comida a domicilio y también del cátering o incluso de entidades como, por ejemplo, hospitales. Porque con un local diminuto y unas máquinas que apenas hacen ruido ni echan humo para rematar platos previamente preparados es suficiente para dar salida a los pedidos. Solo una persona se encarga de meterlos en la bolsa y entregarla al repartidor. Nada más.
Lo demuestran marcas de 'delivery' como OMG (platos 'healthy'), Chop (comida china vegana), Challo (curris indios)..., que están bajo el paraguas de Remy Robotics, fundada en Barcelona en 2019 y que, tras dos años de investigación y desarrollo, comenzó en 2021 con su propio proyecto de comida a domicilio, que ahorra los tiempos de cocinado y entrega y asegura la calidad de los platos. Unas máquinas no muy grandes (están en la calle de Bruc, 86) es capaz de cocinar un plato en una media de dos minutos y medio. Y sin margen de error. De media, unos 180 al día, pero podría hacer 70 cada hora. En un año, han despachado 70.000 platos.
Ingenieros de robótica y cocina
En realidad, en el local donde se entregan los pedidos no solo trabaja una persona. Detrás de esta tecnología hay una veintena de ingenieros de robótica y de cocina venidos de todas partes del mundo. Unos se encargan de que las máquinas (un brazo articulado, unos hornos, unos congeladores, una mesa de calidad) dialoguen entre sí en función de los platos preparados previamente en una cocina central por cinco chefs.
Su catálogo es creciente, abarca todo tipo de gastronomía y casi todas las técnicas (desde el vapor hasta la fritura) y de momento cuenta con un centenar de creaciones: 'sushi', curri, salmón... Impecables, al menos los que hemos probado en la visita a la 'fábrica'.
Esos platos se meten luego en los congeladores. Los brazos articulados los cogen, los introducen en el horno, que les da más o menos calor en función del tipo de producto, de lo mucho o poco cocido que se quiera el alimento, del peso e incluso de la lejanía o cercanía de la vivienda del cliente para que se acaben de hacer de camino en las bandejas en las que entregan la comida. Cocina algorítmica, como dicen ellos.
Una vez cocinados (eso es cuestión de segundos), el brazo los saca del horno y los pone en la mesa de calidad para tomarle la temperatura y calibrar el peso, dos parámetros con los que se aseguran que el plato está hecho correctamente. Y a continuación, los pone en una especie de cajón numerado donde irán el resto de platos del mismo pedido. De ahí, la única persona que está en el local, los pone en la bolsa y los entrega al repartidor.
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