Alguien definió la depresión como encontrarte perdido en la espesura de un bosque y ser incapaz de hallar la forma de salir de él. Te pones a andar hacia un sitio, y te hundes todavía más en la oscuridad. El Villarreal se encuentra perdido entre los árboles y, con cada jornada de Liga que avanza, la depresión amarilla se agudiza hasta límites preocupantes. Es cierto que la madera evitó la igualada, en un disparo de Gerard en el descuento, pero el daño estaba hecho antes.

submarino, ante el empuje de un rival cada vez más convencido, fue reculando. Antes del descanso, el Celta la lió cuando Jozabed conectó con Aspas en la banda izquierda. Supo templar el vigués para ver la llegada al balcón del área de Brais. Se la cedió Iago a Méndez que enroscó un lanzamiento que buscaba el palo izquierdo de Asenjo, imposible para el palentino.

El Celta no se permitió el lujo de dejar tomar aire al Villarreal. La salida de Ekambi por Trigueros era una amenaza que los celestes desactivaron con el segundo. Y luego con el tercero, en plena espiral autodestructiva del conjunto castellonense, sentenciaron.

Quedaban 35 minutos por delante y un Calleja desarmado apostó por un 4-3-3 para ensayar la épica. La entrada de Bacca por Chukwueze fue la única buena noticia para los amarillos que, ante la indolencia de un Celta con los deberes hecho, animaron la recta final del partido con dos tantos del colombiano. Primero, un libre indirecto en el área por cesión lo resolvió Bacca con un zambimbazo en el 83. Y en el 87, un cabezazo suyo alimentaba la esperanza. Pero Gerard no tuvo suerte y el Celta aguantó para no perder el botín. Calleja está en la cuerda floja.