Ana Suria es enóloga y gerente de la bodega Pago de Tharsys y, además, preside la Asociación Ruta del Vino de Utiel-Requena. Su imagen ilustra este pequeño tributo al papel de la mujer en un mundo, el del vino, dominado tradicionalmente por hombres. Pero la fotografía podría ser de María Sancho (Aranleón), Noemí Arroyo (Noemí Wines), Mapi Domingo (Sierra Norte), Mari Paz Quilez (Vegamar), Fina Roser (Sant Bárbara Titaguas), Toñi Navarro (Agrícola Albosa), Raquel Armero (Dominio de la Vega), María Ángeles Novella (Vinos y Sabores Ecológicos), Marta y María Valsangiacomo (Cherubino), María José López (Chozas Carrascal), Ana Calvet (La Baronía de Turís), Almudena Dehesa (Nodus), Lourdes Nuévalos (Coviñas), Nora Clemente (Mitos), Coqué Ruz (Celler Cataruz), Mari Carmen Martínez (DOP València) o Carmina Cárcel (DOP Utiel-Requena), todas ellas con cargos de responsabilidad en bodegas y organismos reguladores, aunque no son las únicas caras femeninas en un sector en el que se requiere eficiencia y precisión, pero también sensibilidad e intuición.

La figura de la mujer en viñedos y bodegas empieza a normalizarse ahora pero, no hace mucho, su presencia era casi anecdótica y habitualmente reducida a aquellas chicas que, descendientes de propietarios de bodegas, decidían continuar con la tradición familiar. Pero mediada la década de los años ochenta, los centros de formación para enólogos y responsables de bodega comenzaron a registrar la entrada de nuevas alumnas. Más de tres décadas después, y por fortuna, lo extraño es no encontrarse con alguna mujer en todos los campos del sector vitivinícola, aunque quizá el reto pase por alcanzar la paridad en aquellos cargos de mayor responsabilidad.

Fuera del contexto profesional, el mundo del vino se ha abierto también a la mujer, y cada vez es más habitual encontrar colectivos y asociaciones de aficionadas al vino que interactúan organizando catas y actividades. En la Comunitat Valenciana destacan iniciativas como la impulsada desde el restaurante Alejandro del Toro -Les Dones del Vi-, donde se reúne un grupo de aficionadas al vino que, además, organizan visitas a bodegas.

La importancia que están teniendo concursos como «Vino&Mujer» -de ámbito nacional y en el que solo pueden participar vinos en los que para su producción haya intervenido la mujer- o «Sakura» -de carácter internacional, organizado en Japón y con un panel de catadoras femeninas- ponen de manifiesto que, después de años de lucha, empeño y trabajo, hay otro techo de cristal que se desquebraja para la mujer.