Afianzados en el sector del vino gracias al trabajo de las cuatro anteriores generaciones, los Valsangiacomo podían haberse limitado a dar continuidad, tal cual, al modelo empresarial de sus antecesores, pero el del vino es un mundo atípico, y la tierra tira mucho. Alentados por el enólogo Modesto Francés y con el visto bueno del malogrado Don Arnoldo, los hermanos Valsangiacomo (Carlos, Arnoldo, Marta y María) decidieron hace una década activar un proyecto vinícola profundamente ligado al terruño, «Bobal de SanJuan». Entonces no eran conscientes, pero aquel primer paso supuso una profunda revolución que ha derivado en una línea de vinos que hablan del origen, de la tierra y de las uvas autóctonas.

Los primeros vinos (un rosado y un tinto de Bobal) conquistaron a una crítica que antes «recelaba» de una firma tradicionalmente granelista y la bodega comenzó a ocupar los primeros puestos en guías y concursos. En ese momento, el gusanillo del campo ya se había instalado en los corazones de los cuatro hermanos, que si bien años atrás ya habían comenzado a tener relación con viticultores para controlar determinadas parcelas, ahora estaban decididos a cerrar el círculo adquiriendo tierras que resultasen interesantes para hacer vinos singulares.

Así, desde hace tres años son propietarios de una parcela de algo más de nueve hectáreas en Requena, «El Albardín», con viñas viejas de Bobal con las que Modesto Francés ya trabaja para crear nuevos vinos de parcela que verán la luz en los próximos meses. Mientras llega el momento, la colección de vinos del proyecto SanJuan ha crecido con nuevas etiquetas (los blancos «Malvasía de SanJaume» -con uvas cultivadas en Bèlgida- y «Ulises» -con uvas de Chardonnay de Fuenterrobles-, el tinto «Clos de SanJuan» -hecho con Bobal de Requena- y el también tinto «Ultraligero», elaborado con uvas de Pinot Noir de Fuenterrobles y Garnacha de Siete Aguas), todas ligadas a la tierra, como los Valsangiacomo.