Lugares históricos, parajes únicos, tradición, gastronomía... el enoturismo en la Comunitat Valenciana se ha convertido en una alternativa muy a tener en cuenta para dotar de mayores recursos al turismo, focalizado tradicionalmente al sol y playa. La mayoría de bodegas han sabido entender la coyuntura, y durante las dos últimas décadas han aflorado decenas de propuestas experienciales en las que los visitantes tienen la oportunidad de interactuar con bodegueros y descubrir los secretos de algunos de los mejores vinos valencianos. El sector ha decidido apostar por la arquitectura y, en muchos casos, por la rehabilitación de espacios centenarios que han hecho de las bodegas algo más que recintos para la elaboración y crianza de vinos. Las visitas temáticas y la posibilidad de poder catar los vinos en enclaves privilegiados se suma al creciente interés por las costumbres y tradiciones de las zonas del interior.

En la actualidad el enoturismo se ha convertido en una notable fuente de ingresos y, lo más importante, en una herramienta de marketing de primer nivel para que las bodegas den a conocer sus vinos. Compañías como Nodus, Chozas Carrascal o Pago de Tharsys en la zona de Utiel-Requena; Mendoza, Sierra Salinas o Finca Collado en Alicante; y Vegamar, Los Frailes o Celler del Roure en los territorios de la DOP Valencia han visto incrementarse campaña tras campaña los ingresos por enoturismo, una situación que no es ajena al resto de zonas vitivinícolas de España.

Y es que, según los datos ofrecidos por la Asociación Española de Pequeñas y Medianas Ciudades Vitivinícolas (Acevin) correspondientes al último semestre de 2018 y el primero de 2019, el gasto medio de un enoturista al día supera los 160 euros por persona, una cifra casi un 15% superior al gasto medio por turista extranjero según el INE (146 euros). La brecha es mayor si se compara el gasto medio del enoturista con el desembolso que realiza como media un turista español (48 euros), casi cuatro veces más. De esos poco más de 160 euros que gasta al día como media el enoturista, 63 se destinan a visitas a bodegas y museos y compra de vino, mientras que el resto (97 euros) se invierten en restaurantes y alojamientos. Aunque más allá de los ingresos directos, uno de los datos determinante es el del grado de satisfacción de quienes practican enoturismo en España, que en el último año se ha situado en 8,56 sobre 10.

Para optimizar los innumerables recursos enoturísticos valencianos se ha creado recientemente la Federación de Enoturismo de la Comunitat Valenciana, entidad que a su vez agrupa dos «Turas del Vino» certificadas por Acevin (Alicante y Utiel-Requena), la ruta del vino de Castellón y la de Valencia, ésta última en proceso de creación.