Acorralado, pero esta vez, ante el jurado. Las decenas de investigadores y técnicos en Criminalística de la Guardia Civil que han intervenido en la «Operación Manuel», la que ha servido para sentar en el banquillo a Jorge Ignacio P. J. bajo la acusación de haber matado a tres mujeres -Arliene Ramos, Lady Marcela Vargas y Marta Calvo- y de haberlo intentado con otras siete más -la octava se ha descabalgado del proceso para evitar «revivir la pesadilla»–, llegaron hace meses a la conclusión de que el acusado mentía en su única versión (edulcorada) de los hechos.

Ayer, esa convicción se trasladó de lleno a la sala de vistas y llegó a los oídos y los ojos de los nueve miembros del jurado por boca de esos especialistas. Ante el tribunal popular desfilaron uno de los agentes de Homicidios de València, tres del laboratorio de Criminalística de la Comandancia de València, tres más del equipo central de inspecciones oculares (ECIO) y dos guías caninos de perros adiestrados en la detección de restos cadavéricos y biológicos.

La conclusión, uno a uno, fue la misma: en el baño de la casa de Manuel no se produjo ningún descuartizamiento, a la planta de tratamiento de Guadassuar es imposible que llegaran seis bolsas de basura conteniendo cada una de ellas fragmentos de un cuerpo desmembrado y las otras tres jamás acabaron en el vertedero de Dos Aguas. En pocas palabras, el acusado mintió cuando dijo haber descuartizado a Marta Calvo en la noche del 7 al 8 de noviembre en el plato de ducha del baño de la planta inferior de la casa de Manuel y mintió también cuando afirmó que repartió esos fragmentos por contenedores de Silla y Alzira.

El primero en dejarlo claro fue el investigador de Homicidios, autor, entre otros, del informe sobre el circuito que habrían seguido esas nueve bolsas. El día que se entregó en el cuartel de Carcaixent, el 4 de diciembre de 2019 a las cuatro de la madrugada, declaró que, tras encontrar a Marta Calvo muerta en la cama, a su lado, al mediodía del jueves, 7 de noviembre, se asustó y decidió descuartizarla. Que lo hizo bajando el cadáver por la estrecha escalera que comunica la planta primera con la baja –el jurado vio ayer imágenes de esa escalera y cómo es imposible que no dejara restos epiteliales en las paredes– y que luego la desmembró con dos sierras de mano, en un plazo de tiempo de poco más de una hora. Que seis de las bolsas, conteniendo dos de ellas el tronco partido por la mitad, las dejó en contenedores de Alzira y las otras tres, en contenedores de Silla.

«La basura de Alzira va a la planta de Guadassuar y la de Silla, a Quart de Poblet. Lo primero que hice fue acudir a la de Guadassuar. El responsable me dijo que era imposible, pero además me mostró todo el proceso. Hay un único foso donde se deposita toda la basura. Una grúa pluma coge esos restos y los deposita en una cinta que va al interior de planta. Ahí ya hay uno o dos operarios que seleccionan manualmente los desechos, que son perfectamente visibles, y lo que dejan en la cinta que va a parar a una tolva, que es una especie de centrifugadora. Lo que queda, que no excede de un diámetro de 90 milímetros, se considera compost y va a compostaje. El resto, que es el sobrante más grande de 9 centímetros, pasa por una aspiradora que absorbe lo que menos pesa, como plástico y cartón. El proceso se repite varias veces hasta que no queda nada reciclable».

Entre 6 y 8 kilos por bolsa

El letrado Juan Carlos Navarro pregunta: «¿Podría haber absorbido esa aspiradora un peso de entre 6 y 8 kilos, que es lo que debía pesar cada bolsa con los restos humanos». «No, imposible».

Descartado Guadassuar, el agente acudió a Quart. El responsable no fue tan tajante, así que, aún a sabiendas de que lo primera era mentira, decidieron cribar 16.800 toneladas de basura, entre el 12 de diciembre de 2019 y el 6 de agosto de 2020, deshaciendo todas las balas de desecho procedentes de Quart, correspondientes a las basuras recogidas entre el 7 y el 17 de noviembre. «Hasta el estado de alarma había entre 15 y 22 personas diariamente, con agentes de investigación entre ellos, rastrillando un metro de basura por persona, en una explanada, hasta que no quedaba nada. Encontramos 25 huesos susceptibles de ser humanos. 22 los descartaron los forenses directamente mediante el envío de fotos y los otros tres los analizaron y descartaron antropólogos forenses en el Instituto de Medicina Legal».

«Las bolsas llegaban rotas, pero si alguna estaba cerrada o a medio cerrar, se rasgaba y se sacaba toda la basura a mano. Y ahí no apareció ni un solo resto humano», insiste el agente, quien concluye que «no hay ninguna posibilidad de que se nos pasara a nosotros o la planta un solo resto humano».

Pero, ¿pudo ser descuartizada, como dijo el acusado, en el baño de Manuel? Tampoco. Uno de los guías caninos detalla que lo primero que hicieron fue «pasar la nariz de los perros por toda la casa, desde la entrada hasta llegar al baño, porque pueden detectar cualquier resto de olor de material biológico o de fluidos, por pequeño que sea».

«¿Durante cuánto tiempo? ¿Han tenido experiencias similares anteriores», pregunta un letrado. «Yo concretamente llevo cinco descuartizamientos. En uno de ellos, el perro marcó restos biológicos al cabo de cinco años. Y eso que era un piso de alquiler por el que había pasado mucha gente en ese tiempo». Irrebatible.

Los siguientes son los agentes del equipo de la Escena del Crimen. Hablan mientras se exhiben en las pantallas de la sala las fotografías tomadas en la casa durante la inspección ocular en busca de restos biológicos de Marta efectuada el 17 de diciembre de 2019, con la versión del acusado plasmada ya en su declaración ante su abogado.

Desmontaron el plato y la cañería

Como es habitual, «en primer lugar utilizamos linternas con luces forenses, una luz blanca para ver lo más evidente, y después las mal llamadas luces azules que lo que hacen es mostrar otro tipo de restos como la sangre. Eso nos indica donde recoger indicios», explica el perito.

Hallaron «presuntos restos biológicos a partir de dos marcajes de los perros, uno leve en el fondo del plato de la ducha y un marcaje claro en el desagüe. Decidieron desmontar entero el plato de ducha y parte de la cañería, y todo ello, junto con los puntos «hisopados, esto es, muestras recogidas con torundas estériles», fueron empaquetados y enviados al laboratorio central de Biología de la Guardia Civil, cuyos especialistas declararán esta semana en el juicio para dar cuenta de los resultados.

En la imagen proyectada se ve la ducha, de obra, encajonada en un espacio estrecho de menos de un metro de ancho. «Habría sido imposible no rozar las paredes durante un descuartizamiento, no había margen de maniobra». La fotografía lo confirma. Además, concluye «es muy difícil que no hubiese salpicaduras en el muro, por el tipo de construcción, con materiales muy porosos, que absorben los fluidos. Las juntas eran muy anchas, blancas y porosas, y con la luz forense, la sangre se negra. En este caso, sobre fondo blanco, habría sido imposible no detectarlas. El plato y las paredes se rociaron enteras con luminol y tampoco reaccionó, así que no había sangre». Irrefutable.

El letrado Vicente Escribano les pregunta por la verosimilitud de la declaración del investigado, y un agente responde que lleva 9 años en el equipo de escena del crimen y nunca se les ha dado el caso de una limpieza completa. «Siempre hemos encontrado restos», asegura. «No encontramos ningún indicio en el plato de ducha ni en las superficies porosas que indique que objetivamente se ha producido un descuartizamiento», remarca uno de los peritos, y eso «es muy complicado» si la versión del acusado fuera cierta.

Tres llamadas en busca de sexo con el cuerpo de Marta al lado

El análisis de los teléfonos móviles del acusado, además de confirmar sus movimientos con el posicionamiento de los mismos al conectarse a las distintas antenas y probar que llevaba tres de ellos encima – entre ellos el que tenía sistema Encrochat – también permitió a los investigadores averiguar que nada más fallecer Marta Calvo, con su cuerpo todavía caliente, Jorge Ignacio llamó a tres chicas de compañía solicitando sus servicios. A las 12.03 horas dejó de funcionar el terminal de Marta y constan tres llamadas del acusado a las 12.36, 12.40 y 14.58 a tres números de contactos.