La violencia contra las mujeres no deja de crecer: aumentan las víctimas, las denuncias y las órdenos de protección y alejamiento. Seguimos, además, impregnados del lenguaje machista, desde «esto es cojonudo» (lo bueno) hasta «esto es un coñazo» (lo malo). Es un problema de la cultura masculina/patriarcal y de

los varones. Son las normas aprendidas de esta cultura las que propician y toleran la violencia, y son generalemente ellos quienes la ejercen de diversos modos (psicológica, física y sexual) y en diferentes ámbitos (casa,trabajo, calle).

La violencia nos afecta a todos, hombres y mujeres, a víctimas y a maltratadores. La violencia masculina y los varones que la ejercen, son sujetos posibles de prevención, detección, asistencia y reeducación. Los hombres nos debemos comprometer individual y socialmente a romper este silencio cómplice, que

históricamente ha sido legitimado. Colaborar activamente en la lucha contra la violencia, hasta erradicarla. Necesitamos, como sociedad, cambiar hacia valores de respeto, igualdad, paz y responsabilidad, y transformar las estructuras desigualitarias y autoritarias, donde la violencia está enraizada. Todos los conflictos se pueden resolver con palabras y buena voluntad.

Los hombres no somos naturalmente violentos; podemos cambiar siempre. Es de justicia que los hombres nos comprometamos contra las mil y una formas de violencia contra las mujeres. Ellas lo están esperando. Y la sociedad también. Aurelio Duque. Valencia.