Siento la política en lo más profundo de mi corazón. Mi vocación por la política viene de la cuna. Con tan sólo 11 años (y ante la guerra de Irak) sabía de la transcendencia de la política, de su importancia. De que ese era el único vehículo para cambiar la vida de la gente. Desde ese momento, fui creciendo en la Casa del Pueblo de l´Alcúdia. Me he decepcionado a la vez que me he llevado grandes alegrías con la política y con mi partido. Pero nunca he perdido el orgullo de defender sus siglas.

Me gusta no olvidar y sonreír. No olvidar la educación pública, la universalización de la sanidad, que los problemas territoriales requieren soluciones políticas, la ley de igualdad, la del matrimonio homosexual, que hace falta educación para la ciudadanía, la I+D+i, la ley de reproducción asistida, la ley de dependencia ni la del aborto. No olvidar que la política en mayúsculas no es hacer un discurso magnifico o tener una portentosa retórica; que se gobierna con hechos y no con palabras: sólo así se consigue cambiar la vida de las personas.

Es ese espíritu de lucha es el que me trae aquí. El que me lleva a demandar de una vez por todas que dejen espacio a una nueva generación. Muy pronto entendí que para que los grandes liderazgos fueran fructíferos no sólo se requería del apoyo de la militancia o de las capacidades del líder, sino también de una buena dosis de generosidad de quienes hasta ese momento habían asumido, con total dedicación, los mandos en mi partido. Que es necesario apartar egos y aspiraciones personales. Que ya no vale con jugar a hacer la misma política con los mismos políticos y esperar un resultado diferente. Que es hora de dar un paso, de exigir protagonismo.

Y ese protagonismo sólo debe corresponder a quien está legitimado para ejercerlo. A quien fue electo con total libertad por cada uno de los militantes de nuestro partido para ser quien lleve la voz y el proyecto socialdemócrata a la Moncloa. Su nombre es Pedro Sánchez. No abramos debates internos donde no los hay. Aprendamos de nuestras raíces. De nuestra historia. De nuestros valores y de nuestros principios. Recordemos quiénes somos. Actuemos en consecuencia. Dos palabras: generosidad y responsabilidad. Guillem Bohigues. L´Alcúdia.