Cualquier ciudadano que saliese a la calle, quemase una bandera de España u otras de diversas nacionalidades; que rompiese fotos del Rey Felipe VI y las de los magistrados del Tribunal Constitucional; que profiriese insultos contra España, sus instituciones, contra su Gobierno democraticamente constituido, seguramente no duraría ni un minuto haciendo estas ilegalidades, sería detenido y contundentemente llevado al calabozo y quizás se llevase alguna que otra colleja, por injurias y también por esa alteración escandalosa del orden público. Pero he ahí que elementos identificados, realizan una manifestación ilegal, queman una bandera española, una francesa y otra de la Unión Europea, se mofan de las autoridades gubernamentales y rompen fotos del Rey y fijense que sepamos ¡no les pasa nada!. A nadie detienen, a nadie le aplican la ley penal y encima les dejan terminar la manifestación sin que un solo guardia intervenga o incluso el necesario grupo especial de operaciones especiales y sin que se les imponga una sanción. Vivir para ver. Francisco Javier Sotés. València.