El informe del Instituto Geológico y Minero de España sobre los terremotos del Castor no sólo confirmó que fue la inyección de gas de la plataforma la que provocó los 540 terremotos registrados en Vinaròs, sino que además puso en cuestión la ubicación del almacén submarino y advirtió que no se verificó correctamente la aptitud de la estructura del antiguo yacimiento petrolífero para soportar «riesgos geomecánicos y fugas en la inyección». Según el IGME, «hay importantes carencias», el cálculo de las tensiones «no representa adecuadamente la historia del material» y las simulaciones de la empresa Escal «no han contemplado todos los escenarios y fugas más allá de la vecindad de la falla de Amposta», de cuya existencia la concesionaria sí era conocedora. Asimismo, el estudio cuestionó que los márgenes de seguridad de la presión en la inyección de gas fueran los adecuados para garantizar la estabilidad del viejo yacimiento petrolífero abandonado por la multinacional Shell.

Este supuesto error en los cálculos y la falta de ciertos estudios previos sobre peligrosidad sísmica se suman, según el IGME, al hecho de que el almacén se ubicó sobre una zona con al menos 11 fallas tectónicas activas, de las cuales 10 eran conocidas. La número 11, que los técnicos del IGME han bautizado como «Falla Castor», no había sido cartografiada en los estudios previos a la instalación y se ubica justo en el almacén donde se inyectó gas a alta presión, lo cual desató un episodio sísmico sin precedentes.