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Sensal, un barrio entre «burbujas»

La crisis económica dejó a medias la expansión urbanística a la que aspiraba Castellón, que ampliaba día tras día el mapa de su desarrollo urbanístico con la sensación de que no habría límites a un crecimiento que prácticamente borraría los límites hacia el distrito marítimo y hacia la vecina Almassora. Allá por el año 2006 el entonces concejal de Urbanismo, Javier Moliner, se vanagloriaba de diseñar una ciudad que rebasaría con creces los 200.000 habitantes ya que auguraba que, con las nuevas zonas previstas, más de 40.000 personas se asentarían en la capital.

Una de las «perlas» de aquella época se ubicaba en el área de Sensal, llamada a ser un nueva ciudad dentro de la propia ciudad. Las actuaciones hace 9 años eran constantes, las máquinas y las grúas eran parte de la fisonomía de un vasto terreno de solares llamados a levantar decenas de edificios. De hecho, la primera fase se activó con la perspectiva de que el desarrollo urbanístico no había hecho más que empezar.

Pero estalló la burbuja en mil pedazos a finales de 2007 y con ello el final de muchos proyectos. De hecho, desde 2008 no se ve una grúa levantada, más bien se encuentran tiradas en algunos solares , donde quedaron con la confianza de que la crisis fuera pasajera. Sensal es hoy un barrio a medio construir, con bloques de hormigón que son mudos testigos de la realidad urbanística del país y edificios de 9 alturas con el esqueleto al aire en medio de la nada. Pero también es un pulmón verde donde respirar aire y relajarse, con un amplio bulevar salpicado por sus fuentes y vegetación, alejado del tráfico, que permite desconectar en plena ciudad y que cuenta además con una de las pocas zonas de esparcimiento para perros. Un pequeño oasis que tiene más protagonismo del esperado al no estar atrapado por decenas de edificios proyectados que se quedaron en el plano.

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